Por: Hugo A. Juárez

¿Alguien aún tiene dudas sobre el estancamiento del terror estadounidense? Pues esta película es un ejemplo irrefutable, no sólo por su pobreza argumental llena de desgastadas fórmulas y clichés, sino también porque sigue haciendo “homenaje” al subgénero del “found footage” que El Proyecto de la Bruja de Blair puso de moda hace 15 años, ¡quince!

Aunque el “found footage” no nació propiamente con la Bruja de Blair, ha visto momentos de lucidez a lo largo de su historia, como en Cannibal Holocaust, REC o hasta la primera Actividad Paranormal. Pero Heredero del Diablo evidencia la necia necesidad Hollywoodense de seguir explotando hasta la última gota de un concepto desgastado que conserva la esperanza de conseguir otro éxito de taquilla amparado en el concepto del “bajo presupuesto”.

En la película conocemos a una pareja joven recién casada que viaja de luna de miel a República Dominicana. Ahí conocen a un extraño chofer de taxi que les inspira confianza, por lo que dejan que los lleve a una “súper fiesta clandestina amigable con extranjeros”. Ahí se emborrachan, se desmayan y al otro día no recuerdan lo que pasó (aunque nosotros sí lo vemos TODO). Tiempo después de que regresan a casa, ella descubre que está embarazada pero la felicidad se convierte pronto en horror porque… ¿pues por qué será? El título lo dice: está gestando al heredero del diablo…

En todo momento, su esposo está grabando todo con su cámara (claro, en lugar de correr o aventarla cuando pasa alguna cosa desagradable, él sigue grabando), pero además existen cámaras esparcidas por el mundo (supermercados, estaciones de policía, calles, la bolsa de la muchacha y hasta la casa de los protagonistas que, dicho sea de paso, casualmente jamás se dan cuenta de que alguien o “algo” instaló cámaras en TODA su casa) que registrarán cada momento del embarazo de la chica. Sin duda los directores se esforzaron demasiado por justificar estas cámaras en lugar de asustarnos.

El único elemento rescatable, a medias, de Heredero es la narrativa que, si bien es sencillísimo saber cómo va a terminar con tan solo leer el título de la película y sus primeros minutos (o peor: el trailer), se lleva de tal forma que uno quiere saber cómo se va a llegar al resultado que ya sabemos que sucederá, provocando algunos momentitos de tensión echados a perder con el susto fácil de la edición (el ladrido de un perro, el estruendo de un cristal que se rompe, los cortes de cámara, la oscuridad, etc).

Lamentablemente, a diferencia de las cintas mencionadas en el segundo párrafo, el relato en Heredero está construido de formas ridículas y altamente inverosímiles que se basan en cámaras instaladas en TODOS lados que “casualmente” graban todo tipo de clichés del género.

Movimientos extraños en el vientre de la madre, un personaje “iluminador” (que, claro, tiene que ser un sacerdote) que advierte del peligro a los protagonistas pero sale afectado (como en El Exorcista), una adivina que anticipa la tragedia y la llegada de “ellos” (pero no le creen), cuadros volteados, sangre, iglesias, cosas que se mueven solas, asesinatos espectaculares de adolescentes (nada más faltó que salieran desnudos o teniendo sexo), perros que son los únicos que se dan cuenta de que algo malo está pasando, rituales, gore con animales, señales, pasajes de la Biblia, voces de demonios, persecuciones con cámara en mano… la lista de clichés en esta cinta es infinita.

Tal parece que los directores de Heredero del Diablo se enfocaron en hacer un homenaje fallido a clásicos del cine de terror subiéndose al tren del “found footage” que, por el bien del cine, esperemos esté dando sus últimos recorridos (falta ver qué pasa con Actividad Paranormal 5).

Algunos efectos especiales y la tensión provocada por el relato en ciertas partes salvan a Heredero de ser una de las peores películas de terror de la historia. Es probable que si tú eres fácilmente impresionable o no seas aficionado al género la disfrutes más, pero el simple hecho de leer el título de la película te matará la mayor “sorpresa” del argumento. Sabes qué pasará al final y lo que pasa antes de eso es sólo un viaje por lugares comunes y diálogos ridículos que muchas veces te darán más risa que horror.

¿Qué fue lo mejor de Heredero del Diablo? Su campaña publicitaria, en la que un bebé diabólico le saca varios sustos a inocentes transeúntes. Los videos que inundan YouTube valen la pena para reír un rato.