Por Juan Carlos Villanueva

Esta cinta es una seductora y delirante puesta en escena, donde el director español Julio Medem nos muestra no sólo el placer físico de dos mujeres, sino el suplicio del enamoramiento efímero destinado a la ruptura y el abandono.

La historia se centra en una cacería de gozos furtivos: las mujeres se acaban de conocer, pero se dan un encerrón en una habitación y se dejan guiar por sus pasiones y el periplo de sus orgasmos, sin contemplar que su fragilidad psíquica, emocional y genital las conduciría a su más cruenta inmolación. Las cuatro paredes del cuarto son testigos del viacrucis entre la española Alba ­–una experimentada mujer depresiva urgida de roces epidérmicos y de sufrimientos amorosos– y la rusa Natasha –una criatura insegura que se esconde en la falacia de su faz elegante y solemne.

Inspirada en la cinta En la cama, del director chileno Matías Bize, el relato de Medem se antoja poético, sensual y perverso; pero su ejecución se tropieza con actuaciones frías y a veces incrédulas o exageradas. Las dos actrices destilan sexo, pero Medem no logra llevarlas al extremo erótico, al contubernio genital que invita al placer que tanto insinúa, al delirio y al sufrimiento; simplemente Alba y Natasha se adentran en mercado de lágrimas que tarda en conmover, con el riesgo de empalagar.