Por Carlos Arias

Vuelve Elijah Wood, uno de los actores más interesantes de su generación, quien arrancó su carrera como estrella infantil al lado de “Mi pobre angelito” Macaulay Culkin, pero que demostró una personalidad muy diferente. Esta vez aparece en una historia de suspenso pensada para su propio lucimiento, con una trama no muy original ni muy verosímil, pero planeada para provocar sobresaltos en el espectador. En muy pocas ocasiones lo consigue.

Dirige el español Eugenio Mira, quien muestra conocer tan bien los recursos del cine de suspenso de Hollywood que llega a repetirlos sin ningún asomo de ironía, tomándose en serio muchos de los recursos típicos de los cuales los realizadores actuales optan más bien por alejarse.

Citas hitchcockianas que hoy parecen un poco caducas, o en todo caso que se prestan más bien a la comedia, son tomadas como elementos para un suspenso que pocas veces funciona como tal. Películas como Desesperación(Stage fright, 1950) y Cortina rasgada(Torn Curtain, 1966), ambas del mago Hitch, aparecen como referencias inmediatas.

La historia misma es una mezcla de temas ya vistos. Un famoso pianista de música clásica, Tom Selznick (Wood), regresa a los escenarios después de una larga ausencia ocasionada por una actuación catastrófica. Se trata de “el más brillante pianista de su generación casado con la estrella de cine más brillante de su generación”, según indica la historia. Pero Selznick está nervioso por su reencuentro con el público, debido a que sufre de pánico escénico y está seguro de que se volverá a equivocar.

El pánico se volverá real cuando en la partitura aparece una nota de un francotirador que le anuncia que si se vuelve a equivocar en una sola nota lo matará. Bueno parece chiste, pero va en serio. Ah, y el tirador se identifica nada menos que como ¡el compositor de la partitura que él debe tocar!

El pianista deberá aprovechar las breves interrupciones en su interpretación para dar con el responsable de la amenaza y salvar su vida y de la su esposa. La historia incluye diversas muertes, investigaciones y persecuciones. Carreras y situaciones de peligro salvadas por un pelo. Así hasta el desenlace.

El mismo Eugenio Mira (y su guionista) se lo buscaron, después de una larga serie de carreras y de forcejeos tras bambalinas, la película terminará resolviéndose en el humor involuntario y en la decepción, porque jamás consigue involucrar al espectador ni conmoverlo con la suerte de sus personajes.