Después del exilio y de un intermedio en Francia —donde filmó el melodrama sobrenatural Liliom (1934)—, Lang recibió el llamado de Hollywood para integrarse a la MGM, productora con la que realizó su primer largometraje americano. Furia, título de este filme, es el retrato descarnado de la violencia colectiva y la justicia por mano propia que narra la odisea de un inocente acusado por error de un crimen por el cual es linchado.