Lo primero que hace Terry Gilliam al llegar a la Biblioteca Pública de Morelia, lugar donde impartirá su esperada Master Class,es romper el protocolo. Nada raro en este hombre que se ha pasado la vida rompiendo esquemas y peleando, a cada proyecto, por su libertad creativa.

El director de tantos clásicos de culto como Time Bandits, Brasil, 12 Monos,entra a la biblioteca con su ya clásica sonrisa, enfundado en playera hawaiana y sandalias sin calcetines. Los presentes -una mezcla de mediosy público en general, todos fans del director- lo reciben con un gran aplauso; de inmediato Gilliam nos toma una foto usando su cámara personal, la cual no ha soltado en todos estos días que ha estado en México con motivo del octavo Festival Internacional de Cine de Morelia.

Losorganizadores del evento le invitan a tomar asiento en uno de los dos sillones negros de piel que para tal acto se han colocado al fondo de labiblioteca. Gilliam, fiel a su estilo, se quita las sandalias y descalzo, se sube al sillón, para sentarse en el respaldo del mismo.

Mostrandoa las cámaras sus enormes pies descalzos, que asemejan a los de un hobbit, comienza la charla que más bien parece un gran picnic hippie: los reporteros se sientan en el suelo, haciendo un semicírculo a su alrededor. Todos escuchan atentos y con mucho respeto al mítico director.

Gilliam entonces nos muestra, al calor de la plática, sus muchas caras.
Essarcástico cuando opina sobre las animaciones por computadora y el 3D: "me decían que las animaciones se veían sucias en Parnassus, ¡esa era laidea!, no me gustan esas animaciones limpias que te entrega una computadora […] la única razón por la que existe el 3D en el cine es para que después se puedan vender televisiones en el mismo formato".

Brutalmentehonesto cuando habla sobre Watchmen: "Conocí a Alan Moore […] él prefería que yo jodiera su obra y no otro… al final la terminó jodiendo otro".
Nostálgico,cuando al hablar de Heath Ledger, le cambia la mirada y confiesa: "cuando murió es de las pocas veces que pensé en abandonar un proyecto, afortunadamente la gente alrededor me empujó a encontrar una solución".

Soberbiocuando habla del dinero: "me he salvado de ser mediocre gracias a que nunca tengo dinero"; mordaz cuando habla de sus colegas: "¿Qué cineastasadmiro?… ¡Oh dios!, los odio a todos".

Nohay pregunta que no conteste, incluso las más extrañas: una chica del público le explica su tragedia, perdió ayer la cámara con la que se había tomado una foto con él, le pide tomarse la foto de nuevo: "quien sabe cuando nos volvamos a ver". Gilliam la invita a pasar al frente y ambos se toman la foto con la cámara del director. El público rompe en aplausos, la chica le da un tierno y amoroso abrazo.

Ése es Gilliam.

Elpicnic se acaba. Una lástima, podríamos escuchar por horas a este sabio hobbit que nos ha regalado una hora de sabiduría. La gente se arremolina alrededor, algunos por autógrafos, otros simplemente le quieren agradecer: por su plática, por su presencia, por su cine.

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