Por Jaime @_azrad

El nombre de un legendario director suena en el cartel de esta película, pero no nos emocionemos: Oliver Stone sólo otorga su presencia en calidad de actor a esta muy pobre ópera prima de Sean Stone, su hijo.

Experimento paranormal se suma a la creciente tendencia del found footage (técnica que finge que lo que vemos en pantalla fue capturado por las víctimas del fenómeno y después encontrado) para ser una de las peores representaciones de la misma. La cinta no tiene argumento, emoción ni sustos que hagan saltar a muchos.

La historia de un grupo de cineastas que se adentra a un hospital psiquiátrico abandonado y se encuentra con fenómenos inexplicables que controlan el lugar no tiene nada nuevo por decirnos y francamente, no queremos echárnosla de nuevo. No hay nada que llame la atención ni que se sienta fresco en técnica o contenido.

La propuesta del found footage fue original en sus inicios, pero hoy su implementación se ha convertido en un pretexto que justifica una producción de baja calidad. En Experimento paranormal, las fallas son pasadas por alto al sustentarse con la técnica que sorprendió con REC (2007) o Cloverfield: Monstruo (2008) y que se ha ido abaratando a una velocidad impresionante, junto con su equipo de producción.

Las fallas en audio y video -que sólo marea y no muestra nada- se suman al vacío en contenido en toda la cinta: el guión se desarrolla sin cuidado, la historia se diluye en grandes hoyos que nunca se explican y las actuaciones son tan transparentes que en muchas ocasiones se siente que el elenco sólo está ensayando sus diálogos sin intención ni dirección.

Esta cinta nos es suficiente para inferir que la habilidad y creatividad en dirección no son cuestión genética. Y si lo fueran, de seguro no corren en las venas de la familia Stone. El gran Oliver ha de haber encontrado inspiración en un lugar muy diferente al que motivó a su hijo a aventarse este proyecto.