Por Carlos Arias

Una vidente andaluza (la española Paz Vega), capaz desde la infancia de recibir mensajes desde el más allá de víctimas de asesinatos o secuestros, está en México y se convierte ella misma en víctima de una violación a manos de un psicópata (Alfonso Herrera).

Traumatizada, apenas recuperada de un colapso nervioso y con la culpa de no haber podido emplear sus poderes de videncia cuando ella misma fue atacada, la mujer se refugia en un viejo y tenebroso edificio en el centro de la ciudad de México. El edificio Victoria. Por supuesto, los sucesos más perturbadores comienzan a ocurrir en el departamento y en el edificio.

Esto es “Espectro” (2013), cinta de terror del mexicano Alfonso Pineda Ulloa, que reelabora la historia de una película de 2006 titulada “A la sombra del espectro”, del colombiano Juan Felipe Orozco. La cinta original se convirtió en un éxito de taquilla y se habla incluso de una posible versión hollywoodense.

El género del terror posee sus reglas y Espectro ha decidido respetarlas todas, con la única intención de generar sobresaltos en el público. ¿Lo consigue? Claro que sí, el problema es que la películase olvida de contar una historia coherente y sólo se preocupa por generar momentos de terror, que funcionan de maravilla en tanto no esperemos un argumento muy elaborado.

Todos los elementos del cine de horror actual están presentes, incluyendo la consabida bañera llena de sangre, gritos desgarradores desde el más allá e imágenes de pesadilla fotografiadas en fuera de foco o distorsionadas. Ahí está el departamento embrujado, los empapelados multicolores en las paredes y fantasmas y manos ensangrentadas que aparecen en cuanto la protagonista mira para otro lado… Ah, y no falta el pasillo tenebroso, que tarde o temprano Paz Vega recorrerá semidesnuda y con el cuchillo cocinero en la mano.

También están los mensajes desde el más allá vía smartphone, los asesinatos misteriosos que se resuelven con una búsqueda en Google y las imágenes de horror en video que llevan en una esquina el símbolo REC, un elemento se volvió infaltable desde “La Bruja Blair” (1999).

No está mal y hasta resulta efectiva. El problema es que ante la falta de una historia que contar, la película acumula y superpone varias historias al mismo tiempo, que nunca se conectan entre sí. Ahí está la trama que se plantea al principio, la del violador que es liberado por la justicia y vuelve para tomar venganza contra la protagonista, con claras intenciones de feminicidio.

A la vez tenemos al “espectro” de una chica asesinada que al parecer habita en el edificio y que se comunica con la vidente, mientras que una hitchcokiana ventana trasera le permite ser testigo de lo que parece ser uno o varios asesinatos. Bonito desafío para un guionista, juntar todos estos elementos en una historia coherente.

Por si faltara algo más, bajo el emblema de la novela “La invención de Morel”, del argentino Adolfo Bioy Casares, la película incluye también una sub trama con imágenes de “espectros” que aparecen en la imagen virtual de video.

Espectro no es aburrida (salvo cierto momento en que sus recursos se vuelven repetitivos), además Paz Vega muestra un claro dominio de su personaje y salva a la cinta en la medida en que mete al espectador en la trama. Sin embargo se extraña un argumento más sólido y menos sujeto a la repetición de los recursos probados del género.