IraHace ya varios años que el cine dejó de ser exclusivo de las salas. Ahora ocurre a plena luz del día en una computadora cuando alguien te manda un link por Twitter o por Facebook. La existencia de YouTube —¿pueden creer que este sitio web sólo tiene cinco años de vida?— ha provocado una interesante mutación en nuestro consumo de ficción. Lo terrible es lo pronto que estos nuevos formatos regresan a los vicios de sus predecesores: YouTube (propiedad de Google, of course) ya empieza a hacer uso de la tijera represora por miedo a sabotajes comerciales.

El caso más sonado es el video de la nueva canción de M.I.A, dirigido por Romain Gavras, hijo del estupendo director franco-griego Costa Gavras. Lo que Romain hizo no puede caracterizarse tan sólo como un video musical; en lo personal creo que esos nueve minutos califican de cinematografía avanzada, con un manejo del lenguaje fílmico que ya quisiéramos varios. Es también la forma más efectiva para apelar a un público cuyo rango de atención responde a la dimensión de la red… diez minutos, por favor, ¡es larguísimo! Romain utiliza la canción “Born Free” como el soundtrack perfecto para su metáfora: un mundo donde ser pelirrojo es motivo de persecución. Niños y adolescentes son apresados y asesinados al menor asomo de resistencia por este universo al revés (y ni tanto) donde el color del pelo es suficiente para convertirte en el odiado “otro”, la temida alteridad. Un video de contenidos híper violentos, es cierto, con la candidez de nuevo director mostrando toda la sangre y toda la carne quemada.

Pero es que hace tiempo que el cine no es tan efectivo y tan viral: este video prendió como hilo de media en las redes sociales antes de que YouTube lo censurara.
Se trata de una pieza de ficción que en estos momentos supera por mucho el comentario político social del cine tradicional. Aventuro una hipótesis histórica: cuando recordemos la primera década de este siglo pensaremos así: “esos dulces años en donde tuvimos la libertad y la dejamos ir, por unos cuantos pesos”.

IRA sabe que asistir a las salas está demodé (podría ser pecado: tantas personas juntas con la luz apagada). Lo hará hasta que las prohíban.