Por Carlos Arias

Nunca confíes en nadie. No le creas a tus amigos. Tampoco al amor de tu vida, sobre todo si no le has dicho que estás casado con alguien más. Menos aun confíes si eres un alto funcionario y un amigo te ofrece un maletín lleno de dinero. Todos engañan a todos en una sucesión interminable de mentiras. Solo el más astuto se llevará los dólares.

Escándalo Americano (American hustle, EU, 2013) es la gran sorpresa de las nominaciones al Oscar 2014, con candidaturas en 10 rubros. Cuenta la historia real de una investigación criminal conocida como Abscam, realizada a fines de los años 70 e inicios de los 80 en Estados Unidos, que involucró a la mafia y una serie de altos funcionarios, congresistas y el alcalde de Nueva Jersey, quienes fueron capturados gracias a un estafador que decidió cooperar con el FBI para hacerlos caer en una trampa.

El director David O. Russell decidió no realizar la clásica película “basada en hechos reales”. En lugar de ello advierte que “algo de esto realmente pasó” y avanza por el terreno del drama personal y la sátira, con personajes al borde de lo patético.

En lugar de un thriller de suspenso convencional, estamos ante una cinta cargada saltos narrativos, largos momentos anti-climáticos y una trama psicológica con personajes que no pueden escapar de las mentiras y auto engaños que se han creado para sí mismos.

La historia presenta a Irving Rosenfeld (Christian Bale) un “artista del engaño” en el límite de lo patológico, con una infancia demasiado parecida a una película de Chaplin y cuya vida se funda en la mentira permanente en los negocios y hasta en su vida personal.

Rosenfeld pasa a los grandes negocios cuando se enamora de Sydney Prosser (Amy Adams), una bella mujer que se hace pasar por “lady” británica para capturar peces gordos, que caen rendidos ante ella. Pero la historia se complica cuando ambos son atrapados por un agente del FBI, Bradley Cooper (Richie DiMaso), quien los obliga a cooperar con el fin de capturar a políticos vinculados a la mafia.

Pero el agente federal va más allá de lo legal y se involucra en un triángulo amoroso cuando se enamora de Sydney, la novia del estafador. Ella descubre que Rosenfeld la ha engañado también, porque está casado con Rosalyn (Jennifer Lawrence), una mujer nada complaciente cuando le hablan de divorcio. La historia se convierte a partir de entonces en un juego íntimo de engaños que complica todavía más la trama criminal.

La misma película juega a engañar al espectador, y vuelve a los actores casi irreconocibles bajo sus caracterizaciones, hasta la aparición del mafioso más célebre del cine actual, en un papel sorpresa como el jefe de la mafia.

En el subgénero de películas de estafadores el tono suele ser el de comedia, con un protagonista simpático y una trama en la cual los personajes se engañan unos a otros en un juego de apariencias donde nada resulta ser lo que parece. Escándalo Americano tiene todos esos ingredientes, pero avanza mucho más allá y agrega elementos de drama que la convierten en una reflexión sobre las apariencias y las mentiras convertidas en todo un estilo de vida.

Por supuesto, el “American” del título recuerda a American Beauty, la sorpresa del Oscar 1999. Como aquélla, American Hustle alude a un retrato de todo un país. Esta vez se trata de una forma de hacer negocios basada en la astucia y el engaño que involucra a los funcionarios, el gobierno, a los criminales, a la policía y hasta a las relaciones amorosas.

El resultado es una comedia negra que rompe con los cánones narrativos clásicos, con personajes bizarros, junto a situaciones y diálogos enloquecidos. Nunca la realidad es tal cual se presenta, y en este terreno Escándalo americano desafía al espectador a entrar al juego de descubrir quien miente más y mejor, y quien logrará engañar a todos.