Por Jaime Azrad @_azrad

Roberto Girault se abrió las puertas en el cine nacional con El estudiante (2009), su ópera prima, cuyo éxito rebasó todas las expectativas de la industria cinematográfica nacional. Ahora el director planea continuar el camino de las películas bonitas, pero con un tema un tanto más agresivo.

Ella y el candidato se adentra en el mundo de la más ruda competencia política en el país: la candidatura presidencial. La intención es mostrar cómo los altibajos de esta dura rivalidad repercuten tanto en la agenda nacional como en la vida personal de los contendientes, y viceversa. Un tema interesante.

La premisa es atractiva, la ejecución es un problemón; el guión no sabe bien qué aspectos quiere tratar y a todo lo quiere embellecer con situaciones cursis que, francamente, fallan en la mayoría de las veces. Además (y por lo mismo), como público es muy difícil sentir identificación con algún personaje, estos son abordados sin ninguna estructura dramática, confundiendo a todos.

Las posturas son cosa de otro director, en Ella y el candidato Girault se aísla de las opiniones políticas (que hoy sobran en el panorama nacional) e intima con los responsables de las grandes decisiones del país, dando una mirada dentro de las debilidades de estos. Asímismo, deja escapar oportunidades para adentrar al público en la historia, y las imágenes en pantalla no logran desprenderse de la misma, no evocan emociones, lo cual fue clave en su cinta anterior.

Algunos pensarán que, debido al gusto del público por El estudiante, las expectativas fueron altas; la verdad es que la historia carece de innovación, de propuesta, sus tintes melodramáticos son predecibles y el acercamiento al tema queda corto con las expectativas de ésta y de cualquier otra cinta.