Por Carlos Arias

Las computadoras también tienen su corazoncito, y el usuario más fanático puede llegar a enamorarse de ellas. ¿Un caso de la vida real? Al menos así lo es en Ella (Her, 2013), la historia futurista de un hombre que cae rendido ante los encantos de Samantha, su nuevo sistema operativo con voz femenina, inteligente, sensual y divertida.

Estamos en Los Ángeles en un futuro próximo. Se han profundizado las tendencias a la deshumanización, han avanzado las redes sociales y videojuegos, pero la gente está ávida de contacto humano.El protagonista es Theodore Twombly (Joaquin Phoenix), un escritor que trabaja en una empresa puntocom, paradójicamente dedicada a escribir cartas a mano, al estilo antiguo.

Se encuentra en proceso de divorcio y no está para juegos amorosos, hasta que descubre a su nuevo amor en un sistema operativo recientemente lanzado al mercado, que se hace llamar Samantha. La voz de Samantha es de la “chica sexy” del cine actual, Scarlett Johansson. ¿Quién no caería rendido?

Se trata de la reelaboración de un tema de la era clásica de la ciencia ficción, la computadora con inteligencia artificial que demuestra tener sentimientos e interactúa de igual a igual con los humanos, a los que supera en inteligencia y poder.

Un personaje cibernético que hemos visto desde HAL 9000, de Kubrick, los robots de Asimov en I Robot o El hombre bicentenario o el androide infantil de Brian Aldiss que recreó Spielberg en Inteligencia Artificial.También es uno de los temas recurrentes del ciber punk, con algún “replicante” enamoradizo de sentimientos nobles y el ciberespacio como algo tan verdadero como el mundo tangible.

Lo original se encuentra en que el realizador Spike Jonze toma estos elementos y los utiliza como elementos de… ¡una comedia romántica!La película cuenta la historia de amor entre un hombre solitario y su sistema operativo, con todos los elementos del género de amores contemporáneos: canciones románticas, peleas, celos, escenas de sexo con muchos jadeos, separaciones y los consabidos malos entendidos que hacen tambalear a la relación.

En este mundo de amores con la computadora todo es extremadamente limpio y amable. La gente tiene buenos sentimientos, está temerosa de herir a los demás y los conflictos amorosos se resuelven con civilizadas conversaciones sin alzar la voz. Lo que nunca queda claro es si este mundo feliz es una utopía o una pesadilla.

Con estos elementos, la película fracasa y se mete en un pantano narrativo tras la primera media hora. El problema es que una vez presentado el tema, resto es solamente una prolongación previsible. La película nunca hace una crítica a ese mundo presentado y nos quedamos esperando en vano una “vuelta de tuerca” argumental que cambie un poco la premisa y que lleve la historia hacia algún lado.

Nunca veremos en persona a Scarlett, lo cual remarca aun más el sentimiento de ausencia que la película quiere transmitir en la relación, pero también la historia nunca consigue despegar con alguna variante argumental interesante.

En el camino de presentar una historia íntima, la película apela a la actuación en primer plano de Joaquin Phoenix y a la voz de Scarlett Johansson, que por sí solas no bastan para sostener las más de dos horas de metraje.