Por Sandra Lucario

No hay peor dolor que el de perder a un hijo. Y lastima más cuando éste no alcanza siquiera los diez años de edad. Actuar el luto jamás será una cosa fácil. Tal vez para lograrlo hayas tenido que pasar por una experiencia similar recientemente, y no temer sacar aquellos tristes sentimientos de nuevo a la luz. O tal vez todo radique en tener una excelente calidad interpretativa, tal como lo demuestraÚrsula Pruneda en esta historia.

Lucía era madre soltera. Pero su hijo murió. Lucía se encerró en su propio dolor. Se quedó en silencio, con su dolor: el de haber perdido a su bebé, el único, un pequeñocon todas las ternuras y curiosidades que puede tener una personita amada que sale de tu propio cuerpo. Lucía intentó suicidarse. Se salvó, a pesar del dolor.

Su vida, como era de esperarse, dio un giro absoluto. Se sumió en una total depresión, aunque tanto ella como el resto de su familia se esforzaron por ayudarla a volver a sonreír. Debía resistir la presencia de su madre en casa (quien debía cuidarla para que no volviera a intentar quitarse la vida), asistir a sesiones grupales de mujeres que habían pasado por una experiencia similar (quienes –al final– no lograron entender cuál era el objetivo de estar ahí), y tener la suficiente entereza como para confesarle al padre de su hijo que lo fue, y pedirle que la ayudara a cargar con tanta desesperanza.

Y, tal vez lo más difícil: debía soportar ver a otros niños; superar el hecho de volver a hablar de él, de hablar con él.

El sueño de Lú es emotiva, está llena de imágenes, de sinceridad, de una realidad por la que muchos han pasado (y otros hemos acompañado), por eso es tan verídica. La intensidad de las actuaciones hace que olvidemos la pantalla y nos dejemos llevar por el viaje que emprende Lucía, aquel que finalmente la ayudará a desprenderse de su ira con la vida que no le permitió a Sebastian seguir viviéndola.

El dolor que asumió –y logró transmitir– Úrsula Pruneda en esta cinta, la hizo acreedora alpremio a Mejor Actriz en el Festival Internacional de Cine de Shanghai 2012. Los festivales ya hicieron lo suyo (la cinta ganó Mención Especial en el FICM 2011 en la sección Largometraje Mexicano), el resto queda en manos del espectador.