Por Oswaldo Betancourt Lozano

Adeline Bowman, nacida a principios del siglo XX, dejó de envejecer luego de un accidente.Apartir de entonces cambia su identidad cada cierto tiempo, por su propia seguridad y la de su hija. Actualmente es una joven bibliotecaria del siglo XXI y, poco antes de renovar su nombre, traicionará su juramento de no abrirse con nadie al cruzarse con el aferrado y encantador Ellis Jones.

La primera parte de la película se siente muy prolongada y algo tediosa (como la vida de la protagonista después del cambió drástico que sufre). Las cosas se ponen interesantes cuando Ellis la invita a la celebración del 40 aniversario de sus papás, pues el señor Jones resulta ser un viejo conocido de Adaline, interpretado por el buen Harrison Ford, y es en este punto cuando se activa el verdadero conflicto de la protagonista.

Las actuaciones están bien. Blake Lively se puso en los zapatos de su personaje y logró aterrizar a un personaje tan longevo en el contexto actual; además, hay buena química con Michiel Huisman.

Si la película tiene algo en su contra es el narrador, bien pudieron prescindir de élporque las acciones se explican por sí mismas. Su única aportación verdadera consiste en explicar el proceso científico por el cuál Adaline adquirió su eterna juventud, y aunque puede ser interesante, tanta palabrería está de más, no era necesaria.

Fuera de eso la película es agradable y lo suficientemente entretenida para desquitar el boleto.