Los inquilinos de un edificio de 40 pisos están contentos con sus respectivas propiedades que parecen cumplir con todas las comodidades de la vida moderna. Pero la vida en las alturas pronto empieza a no ser tan perfecta como lo esperado. Las peleas entre vecinos comienzan dejando a un lado los buenos modales y surgiendo los instintos más primitivos. En el rascacielos ya no se trata de vivir, si no de sobrevivir.