Por Verónica Sánchez Marín

Filmada con una cámara que se mueve en todo momento, con cortes bruscos y caóticos, y una tonalidad rojiza –como preámbulo de la tragedia– El lenguaje de los machetes (México 2011), ópera prima del realizador mexicano de origen keniano Kyzza Terrazas ( Nairobi 1977), quien también realiza el guión, es un drama centrado en el disgusto social de una pareja de novios de estilo de vida under-hippie-“artistoso” que planea cometer un atentado e inmolarse en contra del sistema, tomando como símbolo a combatir a la virgen de Guadalupe (también como icono de la mexicanidad). Es decir, atentar contra la universalidad del mexicano.

Y es que desde el título las expectativas son muchas; un nombre que alude a la forma de protesta del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra en México, y cuyo contexto es recogido en el filme durante algunas secuencias. Lo cierto es que este hecho queda más como un anecdotario en la vida de los protagonistas, pasa de una manera tan sutil que podría pensarse secundaria, resultar inadvertida incluso para quienes desconozcan el conflicto.

La pareja vive un amor muy típico –ya saben, todo tortuoso, con madrizas y sexo de reconciliación– pero marcado por una atmósfera de desgano, donde dominan las fiestas, los conciertos, las drogas y la vida sin rumbo. Ramona (Jessy Bulbo) es cantante en un grupo de garage y no tiene oficio conocido. Ray (Andrés Almeida) parece ser un periodista o videoreportero, que proviene de una familia adinerada, y que vive con Ramona en un departamento donde suelen realizarse juergas de drogas y alcohol. Ella desea tener un hijo, pero Ray se opone. La motivación de la maternidad y su negación, parece ser el detonante de la decisión de un acto radical. Y es que en los personajes hay un estado incierto e indefinido, fuera de quicio, con un fanatismo político cuyo único leitmotiv es ser cool por medio de la contracultura (¿les suena conocido?); por eso no se logra saber con claridad las razones del acto terrorista que se disponen a cometer.

Lo cierto es que la historia comienza con mucha fuerza: primer plano, una pareja en cierto estado de provocación visual, que con los minutos se vuelve incierta, con una historia que deja muchos vacíos. La película trata de ser subversiva en todos los aspectos… pero en algunos casos vence el lugar común. Como la imagen del muchacho guerrillero comprometido con una causa y que necesita escribir poesía para desahogar sus preocupaciones. El frenesí del artista pofundo, as usual. Y más parece una excusa para evadirse, ya que este personaje nunca se atreve a llegar al final de sus actos.

Sin embargo, la película logra transmitir la sensación de fracaso en que la cinta se encierra. Es justamente la parte actoral en la que el filme sobresale, pues resalta las complejidades y daños de los protagonistas. La gran revelación de El Lenguaje de los Machetes es Jessy Bulbo, quien le imprime a su personaje una fragilidad y fortaleza que la hacen más que real.

La cinta también se enriquece con una banda sonora interesante en la que la ex Ultrasónica interpreta los temas de sus discos, como “Hostil” que se convierte en el tema principal aunque hay espacio para su cover de “Muñequita Sintética” de Haragán. Además de algunas composiciones de Rockdrigo, uno de nuestros iconos underground de una mexicanidad de culto mucho más interesante.

Su exitoso recorrido por diversos festivales como Venecia, Chicago, Valdivia, Morelia, La Havana y Göteborg (Suecia), Whistler (Canadá), Black Movie Film Festival (Ginebra), IF Istambul, en Cartagena, FICUNAM, y recientemente en el 65 Festival de Cine de Cannes, en Francia, hace de El lenguaje de los machetes, una película digna de explorarse y que seguramente dividirá opiniones. Véanla. Analícenla. Pero no se pongan a escribir poesía.

[video:https://www.youtube.com/watch?v=IHuora4nW0U&feature=youtu.be]