Por Carlos Arias

El cine de gángsters no ha muerto. Solamente ha sido descuartizado poco a poco en otros subgéneros. Una parte se ha asimilado al thriller de acción, otra al suspenso y una parte más ha incursionado en el tema de las familias de los pandilleros. Familias aparentemente normales y felices, que tienen la particularidad de que uno o varios de sus miembros se dedican al asesinato.

“El hombre de hielo” (The iceman, 2012), dirigida por Ariel Vromen, es una historia dentro de esta última vertiente. Un relato basado en la vida real de Richard Kuklinski (Michael Shannon), un asesino a sueldo que trabajó de los años 60 a los 70 para organizaciones criminales, mientras llevaba una vida aparentemente feliz como padre de familia. Su esposa y sus dos hijas no sospechaban que su padre realizaba actividades que iban desde la industria porno hasta los asesinatos por contrato.

Aunque “El hombre de hielo” tiene muchos elementos del cine de asesinos seriales, se trata de una película de gángsters en toda la línea. De hecho, desde James Cagney hasta Al Pacino el cine de gángsters ha planteado que las organizaciones criminales no son sino la cara B del mismo mundo de los negocios legales. Los mismos intereses, los mismos manejos, sólo que con disparos de por medio.

Esta vez, la cinta remarca que la vida familiar y cotidiana del asesino es la misma que la de cualquier hombre de negocios exitoso… hasta que el mundo del crimen empieza a entrar en su propio mundo privado.

La película cuenta con la feliz aparición de Winona Ryder como Deborah Pellicotti, la esposa de Kuklinski. La actriz que fuera la estrella adolescente de los años 80 y 90, con personajes de chicas neuróticas y encantadoras, ahora aparece en sus 40 y tantos con un personaje no menos memorable, capaz de hacer creíble la doble vida familiar del personaje protagónico.

El problema está con Michael Shannon como Kuklinski, que tiene el reto de ser a la vez un asesino despiadado, frío como el hielo, y un padre de familia cariñoso. Una combinación que el director Vromen no encontró a la hora de dirigir a sus actores. Mucho menos consiguió desentrañar sus motivaciones o hacer que el protagonista se convirtiera en un criminal repulsivo o fascinante.

Además de Shannon y de Ryder, la cinta completa su reparto de alto nivel con Ray Liotta, quien sí ha alcanzado algunos de sus mejores papeles justamente en ese cruce entre persona normal y sicópata criminal. Liotta aparece como Roy Demeo, el cabecilla de una organización de segundo orden que trabaja como subalterna de las grandes familias sicilianas.

La película está basada en la vida real Kuklinski, un asesino serial que contó su historia para un libro titulado justamente El hombre de hielo, la historia de un asesino a sangre fría.

Aunque al parecer el relato fílmico no es totalmente fiel a la historia real (los asesinatos fueron diferentes y su matrimonio no era tan feliz como se narra), ahí están algunos elementos claves del personaje, como el padre polaco golpeador, su rechazo a la religión o su extrema frialdad a la hora de cometer asesinatos.