En vida, el Dr. Seuss se negó a las adaptaciones de sus cuentos, no quería que sus personajes vivieran fuera de sus libros. Después suavizó su postura y permitió que se caricaturicen sus historias y se hagan, incluso, juguetes de sus creaciones.

Para el 2000, su esposa contaba con los derechos y dio el sí para el primer proyecto cinematográfico a gran escala. Jim Carrey se encargó de empezar con el pie izquierdo.

El Grinch estrenó en época navideña para decepcionar a la mayoría y desaparecer rápidamente de las salas. El humor superficial se encargó de exhibir las razones justas por las que Seuss se negaba a la comercialización sin sentido de sus productos.

Los chistes estúpidos y la sobreactuación de Carrey no satisficieron ni a los gringos.