Por Jaime @_azrad

El director israelí Eran Riklis, influenciado por la narrativa de la vieja escuela, nos cuenta una historia humana a partir de contrapuntos bastante interesantes. Su sarcasmo y humor negro sirven como crítica social y política de esta importante lección de vida.

El gerente de recursos humanos se centra en Mark Ivanir, un alto empleado de una panadería de gran escala en Jerusalén. Su rutinaria vida enfrenta un giro cuando una de sus trabajadoras extranjeras es asesinada en un ataque suicida; la noticia resulta en publicidad negativa para la empresa y, por ordenes de sus superiores, Mark termina acompañando al cuerpo a su país de origen (del que nunca se revela detalles).

El largo viaje está lleno de graciosos pero frustrantes problemas en los que, sin escrúpulos, la burocracia obstaculiza procesos que podrían ser más simples (¿nos suena conocido?). Además, las incumbencias de los medios hacen de la ineptitud gubernamental, algo todavía más molesto.

Es así como a través de un recorrido físico que se convierte en emocional, Riklis nos adentra en un mundo de reflexiones que podrán sonar expiradas para Mark, pero que en medio de un viaje inesperado se convierten en un despertar. Sólo así, el gerente toma la fuerza necesaria para enfrentar las consecuencias de su matrimonio roto y el distanciamiento con su hija.

La moral, el deber y las necesidades emocionales se mezclan entre las risas que el trayecto implica. Pero las lecciones están bien definidas en este guión que sabe mezclar la comedia con el drama.

El gerente de recursos humanos vale la pena para conocer más del cine internacional.