Por Javier Pérez

Es curioso que este mes coincidan dos películas en cartelera con un tema parecido aunque un abordaje distinto: la tiranía política y los dobles que suplantan a los tiranos en situaciones de riesgo. Por un lado, la sátira deEl dictadory por otro el drama deEl doble del diablo(Devil’s Double, Bélgica-Holanda, 2011), del neozelandés Lee Tamahori (007: otro día para morir).

El doble del diablotiene su soporte en el actor británico Dominic Cooper, quien carga con la responsabilidad de interpretar con matices incluso contradictorios a Uday Saddam Hussein y a Latif Yahia, un soldado iraquí que prácticamente es secuestrado para suplantar al hijo de Saddam en situaciones de riesgo y en cuyas memorias está basado el guión de Michael Thomas.

Aunque estrictamente el tema no es el del doppelgänger, casi podría funcionar como tal porque parecerían las dos caras de un individuo: Uday es sádico e inescrupuloso mientras Latif es un hombre de principios que se encuentra allí porque Uday se considera su dueño y tiene bajo amenaza a su familia.

En términos generales la película es cumplidora y hasta entretenida. Incluso alude a la probable homosexualidad de Uday, pero no acaba por explotar el tema. Tampoco el de la amante Sarrab (la francesa Ludivine Sagnier), que al final queda cojo. Pero hasta ahí. Uno espera que el hijo de Saddam sea sádico, capaz de raptar, violar y asesinar muchachitas sin atisbo de remordimiento. Y eso obtiene.