El señor Carlos Filoteo asegura que es el único trabajador de la primera generación de la Cineteca que sigue chambeando ahí. Él empezó desde abajo, limpiando en las oficinas de Cinematografía y en la Cineteca desde su inauguración en 1973. En el camino aprendió a revisar las películas y sacar fichas técnicas a mano, ahora está en el laboratorio digital preparando el material para digitalizarlo. Es decir, él siempre ha estado en contacto directo con las películas, un privilegio que pocos tienen.

El 24 de marzo de 1982, él tuvo la suerte de salir una hora antes de que pasara el incendio de la Cineteca, que en ese entonces estaba ubicada en Churubusco y Calzada de Tlalpan, donde ahora está el Cenart, y sólo contaba con dos salas de exhibición. El fuego comenzó durante la proyección de La Tierra de la Gran Promesa (1974) de Andrzej Wajda, que curiosamente tiene una escena en la que arde en llamas una fábrica.

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Una vez en su casa, su hermano fue a buscarlo para avisarle que la Cineteca se estaba quemando, el lugar que desde entonces Carlos considera como a un hijo que vio crecer, y lo sigue viendo así pesar de su salario. En ese momento él y su hermano se subieron al carro y al llegar, lo primero que le dictó el instinto a Carlos fue correr hacia el edificio, pero la zona ya estaba acordonada.

“No sé qué me impulsó a querer entrar. No me acordé de mis compañeros, me acordé del material, quería rescatarlo”. La cifra oficial fue de tres muertos, aunque los reportes en vivo eran mayores, pero al señor Filoteo le dolió esta pérdida, especialmente los materiales coloreados porque esos no se podían recuperar.

De acuerdo con el documental Los rollos perdidos fue de entre cuatro mil y diez mil películas y México ganó un lugar en los récord Guiness como el país que había perdido el mayor número de acervo cinematográfico en un solo día. Afortunadamente la Cineteca hacía préstamos a otros países y después del incendio no sólo regresaron las cintas, sino que además hicieron donaciones.

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¿Qué pasó ese día? La memoria de la Cineteca Nacional de 1982 señala que “el dictamen rendido por la Unidad de Servicios Periciales de la Procuraduría General de la República, (…) las causas del siniestro fueron un corto circuito en el área contigua superior a las bóvedas y la transmisión del color a éstas, lo que a su vez originó la explosión del material en soporte de nitrato”. Pero también se habla de una teoría conspiracionista que sugiere que el incendio fue provocado para destruir material oculto del movimiento estudiantil de 1968.

Las funciones siguieron, cual ave fénix resurgiendo de sus cenizas, en sedes provisionales como el Centro Cultural Universitario, salas manejadas por el Instituto Nacional de Bellas Artes y el Cinema El Relox, entre otras, aunque mucha gente no se enteró de esto y no hubo la respuesta esperada, pero poco a poco la Cineteca logró convertirse en lo que ahora es.

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¿Recuerdas este siniestro o ni siquiera sabías que pasó?