Por Fernanda López Díaz

En el cine independiente, casi todas las películas son una promesa: elencos interesanes, títulos llamativos, y personajes comunes pero que por alguna razón también son aspiracionales. Casi siempre el resultado es bueno. En este caso, lamentablemente, el director Gavin Wiesen, falló, no trayéndonos una cinta mala, sino haciendo una película que hemos visto mil veces.

La historia es la misma de siempre: el niño artista incomprendido que por alguna extraña razón se hace amigo de la niña más popular de la escuela. En este caso, estos personajes son George (Freddie Highmore, el niño de August Rush) y Sally (Emma Roberts). La típica historia de amor se complica con la llegada de Dustin (Michael Angarano) un artista que será una especie de mentor para George, y al mismo tiempo la persona que más adelante le impedirá ser feliz.

La película en sí no es mala, pero es muy aburrida ya que absolutamente todo lo que pasa es predecible. Sin embargo, es de esas historias que hacen que las adolescentes se proyecten (sí, todas quieren ser la chica guapa que se enamora del tipo raro pero misteriosamente encantador). Esto hace que para algunas personas pueda no ser una idea tan mala. El problema es para aquellos que ya pasamos la etapa del amor preparatoriano. Todo el tiempo nos quedamos esperando a que algo nuevo pase… y ese momento nunca llega.

Hay que aclarar, por supuesto, que no toda la película está para tirarse a la basura. El hecho de que la historia esté muy reciclada no opaca la calidad de las actuaciones, sobre todo la de Freddie Highmore, quien ha demostrado su gran talento desde que era pequeño (August Rush, 2007). El actor le aporta mucho al personaje de George, haciéndolo pasar del “niño freak” al “niño freak que secretamente quieres abrazar”.

En resumen, si no te gustan las historias genéricas, evita esta película. Pero si tienes 16 años y lo tuyo es fantasear con una historia de amor, puede que te guste.