Easy A, una comedia adolescente del sexo sin sexo real, tiene como objetivo en lugar visible para sondear las mejores partes de Diablo Cody y Alexander Payne en su toma de revés, del campo consciente de La Letra Escarlata de Nathaniel Hawthorne. En el papel de secundaria de Hester Prynne es Emma Stone, la astuta, heroína ronca del éxito sorprendente del año pasado Zombieland. Probada por una película que es mucho menos inteligente que su director, Will Gluck, o guionista, Bert Royal, nos harán creer que pasa con los colores de vuelo, entregando una actuación que debe elevarla al nivel más alto de las actrices que poseen los cerebros y la belleza en igual medida.
Stone juega el papel de Olive, el tipo de mente ágil, un adolescente alfabeto hiperactivo que nuestro sistema educativo produce en cantidades cada vez menores. Más sabiente y sofisticada que otros de su edad, ella sin embargo no es inmune a la presión de los compañeros y el temor de ser etiquetado como un perdedor. Bajo presión por un amigo indiscreta (Aly Michalka) para dar los detalles de su fin de semana de cumpleaños, un asunto bastante mundana dedicara principalmente a saltando en su cama a la melodía de Pocket Full of Sunshine de Natasha Bedingfield, se siente obligada a embellecer un poco, y inventa un relato totalmente ficticio de la pérdida de su virginidad (apodado el V-Card por Royal, tratando demasiado duro) con un muchacho de un colegio en la ciudad.
Palabra del desfloramiento de Olive propaga con una velocidad sorprendente, ayudado por los rumores incesante de una Evangélica espía maliciosa (Amanda Bynes). De repente, marcada una cualquiera a causa de una pequeña mentira aparentemente inofensivo, Olive opta por abrazar a su reputación que recién fue empañada y lo pone a buen uso. En un entorno social de saña estratificado donde hasta el más torpe, paria plagado de acné puede ganarse el respeto e incluso la admiración de los miembros de las castas superiores por haber ido hasta el final, Olive se unge la Madre Teresa de (falsa) mujerzuelas, otorgando su bendición a los caballeros oprimidos que necesitan una elevación a su reputación. Y se resuelve a mirar la parte, también, paseando en un sostén escandaloso y colocando la letra A contra su pecho.
Hay límites al engreimiento de la Easy A de la Letra Escarlata, el tono excesivamente jubiloso, réplicas forzadas, y referencias a la cultura pop. Es por eso que el director Gluck debe estar agradecido de haber encontrado a Stone, quien se encarga de la calistenia verbal de la escritura de Royal con el encanto y la vitalidad y un cierto atractivo esfuerzo que nos mantiene comprometido pesar de que la película se regodea en la ironía artificial y pesado imparcialidad. Mantenga sus ojos en ella.