Es una historia de espionajes, estafas y comedia romántica al mismo tiempo, es como ver Mujer bonita mezclada con Tarde de perros o El golpe. Claro está que el atractivo recae en sus dos protagonistas, Clive Owen y Julia Roberts, quines se reúnen años después de haber participado en Closer. De hecho aquí también se dan sus buenos besos y arrumacos y hasta vuelven a tener una batalla de diálogos y humillaciones aunque ahora sus palabras son más cómicas. En fin, volviendo a la película, ahora en duplicidad son una pareja de amantes y espías que planean una estafa magistral en el mundo de las farmacéuticas. Dos compañías rivales luchan por la patente de un producto que podría revolucionar la apariencia de millones de hombres. Roberts y Owen forman parte de un equipo encargado de proteger esta fórmula, sin embargo tienen un plan maquiavelico para apoderarse de ella. La historia tiene un final sorpresivo y que vamos descubriendo a través de flashbacks y secuencias donde la pantalla se divide mostrando distintas escenas.

La estructura es un poco confusa y con muchos personajes, así que deberás prestarle atención a los detalles, no le vayas a preguntar al de a lado oye qué pasó porque no sólo lo vas a distraer, sino que también te vas a hacer bolas. El ritmo de la cinta es lleno de vértigo y esto se debe a que el director Tony Gilroy se ha convertido en un master de los thrillers de acción: es el guionista de la saga de Jason Bourne y hace un par de años dirigió una buena cinta como fue Michael Clayton.

Además del director los actores se llevan la cinta, Julia Roberts quien está esn su segunda cinta después de un retiro voluntario, deja a un lado su imagen de niña buena y es una especie de femme fatale; por su parte Clive Owen está en su segunda cinta consecutiva como espía, la primera fue Agente internacional que está en cartelera todavía, tiene un porte bastante elegante y nos da una idea de lo que pudo haber sido si lo hubieran elegido como James Bond.