Por Ira Franco

Cercano al estilo de Michael Haneke en Funny Games (1997), la cinta austriaca Goodnight Mommy se presenta como horror extremo y matricida dentro de una apacible casa veraniega en la campiña europea donde se revisan violentamente todos los valores familiares.

Dos gemelos idénticos preadolescentes esperan la llegada de su madre, quien aparece vendada de la cara como si se hubiera hecho una cirugía plástica total (nunca se deja claro la naturaleza de la operación).

La madre, una rubia fría y distante carente de toda ternura exige silencio absoluto e, incluso, le retira la palabra a uno de los gemelos. ¿Dónde está aquella madre que les cantaba con dulzura? Mientras espían por las esquinas su rostro de esqueleto, los gemelos deciden que la rubia es una impostora y buscarán sacarle, a como dé lugar, el paradero de su verdadera madre.

Quizá lo más terrorífi co de la cinta sea la metáfora subyacente: ¿A qué hora empezó la humanidad a perder la identidad y la confi anza dentro de la familia? Goodnight Mommy es el debut de los directores Veronika Franz y Severin Fiala, quienes no dudaron en colocar referencias a autores de culto como Haneke, Franju y Miike para hacer de esta cinta algo hermoso y horrible de mirar.

La violencia pausada (física y emocional) que ejercen los tres personajes es capaz de helar la sangre y su efectividad proviene del doble juego moral: ¿será que los niños tengan razón?, ¿es la madre una villana o una víctima? Definitivamente hay que verla, especialmente si se es afi cionado al género.