Por Carlos Arias

El villano más maldito de todos… era guapo y tenía buen corazón. Drácula, el chupasangre creado por Bram Stoker, llega nuevamente el cine como un héroe enamorado que pacta con el mal para salvar a su esposa de la muerte. Una nueva variante en torno al monstruo, al que Francis Coppola (Bram Stoker’s Dracula, 1992) presentó también como un héroe romántico que buscaba rescatar de la muerte a la bella Elisabetha.

Esta vez la historia mezcla la leyenda del vampiro con la historia real de Vlad Tepes, el príncipe de Transilvania que encabeza la lucha contra los turcos y que sucumbe ante la maldición para convertirse en Drácula, el no muerto.

Drácula, la leyenda jamás contada (Dracula untold, 2014), dirigida por Gary Shore, es un desafío mayor, puesto que vuelve a la vida al personaje que ha sido más veces representado en el cine de terror. Cada generación tiene su actualización del mito del vampiro, y esta versión apunta justamente a convertirse en el Drácula de la época. Posee por un lado el costado romántico de los vampiros adolescentes actuales, pero también asume la estética del comic. Su estilo está más cerca de los superhéroes Marvel que de los clásicos vampiros de capa negra como Bela Lugosi, Germán Robles o Christopher Lee.

De acuerdo a los tiempos actuales, hay también poca sangre, y el relato escapa a los recursos del terror “gore”. Opta en cambio por la aventura y el género fantástico, al borde de convertirse en un cuento de hadas con maldiciones, hechiceros e historia de amor a cargo de la pareja protagónica.

Si en Maléfica (Maleficent, 2014) nos enterábamos de que la madrastra mala de Blancanieves era en realidad buena, ahora le toca el turno Drácula, cuya “verdadera historia” lo sitúa como un héroe que lucha contra los invasores de su país. Vlad Tapes (Luke Evans) marcha a la guerra contra el jefe de los turcos, Mehmed (Dominic Cooper), pero las cosas salen mal y se ve obligado a vender su alma al señor de los vampiros (Charles Dance) para salvar a su esposa Mirena (Sarah Gadon).

En suma, un personaje de terror pero sin terror, y más cercano a un superhéroe que se transforma y adquiere superpoderes que a sus predecesores con sus ataúdes, estacas y colmillos.