El cine documental ha dejado de ser un género para públicos pequeños en los últimos años. Producciones como Masacre en Colombine (Bowling for Colombine, EUA 2002), de Michael Moore o Presunto Culpable (México, 2011), han alentado la esperanza de los realizadores del país.

Una tendencia que parece afianzarse gracias al entusiasmo de los organizadores del Festival Internacional de Cine de Morelia, y que mantiene dentro de las cuatro secciones oficiales en competición la de Documental Mexicano (en la que participan cortometrajes y largometrajes).En está ocasión son 25 documentales los que participan.

Cineastas debutantes como Edin Alaín y algunos veteranos como Pedro González Rubio o Emilio Maillé, concursan con propuestas que pretenden demostrar la evolución en el estilo documental mexicano. Las obras hasta ahora exhibidas son ricas en temas y propuestas narrativas.

Algunos sobresalen más que otros por el buen trabajo de dirección y de producción. Los filmes seleccionados para este año son: Miradas Múltiples (La máquina loca) de Emilió Maillé; La revolución de los alcatraces, de Luciana Kaplan; El árbol, de Gastón Andrade Juárez; Inori, de Pedro González Rubio –con diálogos completamente en Japonés únicamente con subtítulos al inglés–; Carriére, de Juan Carlos Rulfo en codirección con Natalia Gil; Partes de una familia, de Diego Gutiérrez; El pintor de verónicas, de Oswaldo Toledano; Sophie Calle, Sans Titre, de Victoria Clay; Cuates de Australia, de Everardo González; Música Ocular, de José Antonio Cordero; Todo se vale, de Edin Alain; Diario a tres voces, de Otilia Portillo Padua; El alcalde, de Diego Enrique Osorno, Carlos F. Rossini y Emiliano Altuna; Flor en otomí, de Luisa Riley; Paradero Norte, de Daniel Ulacia; Skin destination, de Adriana Trujillo; Jalmá, de Fernando de la Rosa; El paciente Interno, de Alejandro Solar Luna; ¿Olvida usted algo?, de Dalia Huerta Cano; Mitote, de Eugenio Polgovsky; Estela, de Bruno Varela; Paal, de Christoph Müller y Víctor Vargas Villafuerte.

Aún sin proyectarse pero en cartelera están: El sueño de San Juan, de Joaquín del Paso y Jan Pawel Trzaska; Aún nos queda el recuerdo, de Mariano Rentería Garnica, y No hay lugar lejano, de Michelle Ibaven.

Por lo pronto los documentales que más han destacado por la solidez de sus propuestas son:

Inori, de Pedro González-Rubio

Producida por la cineasta japonesa Naomi Kawase y filmada íntegramente en Japón. Este documental aborda la historia de los habitantes del pueblo Kannogawa, un lugar casi fantasmal marcado por la migración de las nuevas generaciones. Sólo quedan los viejos que reflexionan sobre su propia historia y los ciclos de vida. Esta cinta fue además ganadora en 2011 del Leopardo de Oro en Suiza dentro de la categoría Cineastas del Presente.

Miradas Múltiples (La máquina loca), de Emilio Maillé

Sorprende por su excelente trabajo de fotografía en blanco y negro. Un documental que escarba el pasado cinematográfico de Gabriel Figueroa, con testimonios de importantes cinematógrafos del mundo. Para este proyecto Maillé consiguió la participación de los mejores fotógrafos contemporáneos del planeta, como Vittorio Storaro (que trabajó en películas como El último emperador).

Cuates de Australia, de Everardo González

Se estrenó este año en Estados Unidos, con buenas críticas. La historia aborda el éxodo anual de un pueblo en busca de agua. El lugar es conocido como “Los Cuates de Australia”, al noroeste de México. Los habitantes adultos y niños en su exilio también encuentran la muerte.

Carriére, de Juan Carlos Rulfo

Retrato de la filosofía y la imaginación del célebre escritor de cine y teatro, colaborador de Buñuel: Jean Claude Carriére, viajero y buscador de historias. Un recorrido desde sus primeros peregrinajes hasta su muerte.

El alcalde, de Diego Enrique Osorno, Carlos F. Rossini y Emiliano Altuna. Un documental sobre el magnate Mauricio Fernández Garza y la guerra contra el narco.

Sophie Calle, sans titre, de Victoria Clay

Documental sobre la célebre pintora francesa Sophie Calle, protagonizada por ella misma. Una cinta donde cabe preguntarse, tal y como en la obra de la artista, qué tan real es lo real, y qué logra “realmente” captar el espíritu de una persona que ha logrado ir más allá de su arte y de otra que lo ha entendido, interpretándolo en consecuencia.

Diario a tres voces, de Otilia Portillo Padua

Retrato de tres mujeres de distintas generaciones, unidas por el desencanto amoroso. Una adolescente, una mujer madura y una anciana de 90 años, y tía abuela de la directora del filme. El documental explora los espacios que habitan y las memorias que permanecen a través de las texturas de materiales de archivos, y el color inspirados en los melodramas tecnicolor de las décadas de los 40 y 50.