Por Ira Franco

A sus 75 años, Al Pacino parece haber tomado la feliz decisión de soltar su rebuscado estilo “pacinesco” para encontrarse con personajes que expresen la melancolía de la vejez: lo hizo el año pasado con El señor Manglehorn (Green, 2014), y la historia de un cerrajero con el corazón roto, y lo hace ahora como un rockero viejo consciente del poco tiempo que le queda para arreglar las cosas importantes.

Directo al corazón (Fogelman, 2015) es la historia de Danny Collins, un cantante que vive de sus greatest hits hasta que le llega una carta del mismísimo John Lennon, entregada 30 años tarde. Collins enfrenta las palabras de Lennon con un peculiar dolor, el de imaginar cómo habría cambiado su vida en aquel tiempo, cuando aún creía en la música.

Basada en una historia real – John Lennon realmente le mandó una carta al cantante británico de folk Steve Tilston, quien se enteró 20 años más tarde –, el director de esta cinta cae en la tentación de embarcar al protagonista en su viaje a la redención, tan hollywoodense como predecible.

Incluye, claro, hacer las paces con un hijo adulto con quien nunca se procuró una relación y buscar un romance más apropiado para su edad, con la gerente de un hotel, Annette Bening.

Si se toleran algunos descuidos chabacanos de cursilería, la cinta resulta al menos una historia bien contada, que funciona como una buena canción pop sin muchas pretensiones.

El soundtrack está tejido con canciones de Lennon, claro, y sorprenden por momentos las actuaciones sencillas y elegantes de Christopher Plummer (el eterno mánager y mejor amigo de Collins) y Bobby Cannavale (el hijo enojado).