Por Juan Carlos Villanueva

La historia de Destino Final posee dos curiosidades que la han marcado: 1) que, siendo un guión rechazado por Expedientes Secretos X, haya terminado convirtiéndose una de las sagas de horror más rentables de los últimos años y 2) que –en sentido contrario a lo que ocurre con los vinos–, con los años, cada una de sus secuelas haya ido empeorando.Sin embargo, esta nueva y quinta secuela parece ser la mejor, desde la original. A sabiendas de lo sobado que está su producto, logra divertir e incluso sorprender al espectador.

Destino Final 5 comienza con la premonición de Sam Lawton (Nicholas D’Agosto), quien viaja en autobús con sus amigos y compañeros de trabajo cuando, de pronto, tiene una visión sobre el colapso de un puente colgante que está a punto de cruzar. Sam y siete compañeros, entre ellos su novia Molly (Emma Bell), logran salvarse de la catastrófica tragedia. ¡Ah!, pero el joven pronto descubrirá que lo único obtenido fue retrasar lo inevitable: La Muerte.

Y sí, como ha ocurrido en cintas anteriores, ésta acechará a los salvados, uno a uno, hasta concluir con lo que había comenzado. Sin duda, el accidente en el puente es la parte más espectacular de la película (vehículos y bloques del mismo caen estrepitosamente al agua, mientras explosiones y gritos dan mayor tensión a la escena).

Hasta aquí no hay nada nuevo que no haya explorado su argumento enlas entregas anteriores, aunque tampoco es que se pueda esperar algo nuevo y fresco:La saga ya no da mucho de sí.

El nuevo guionista, Eric Heisserer (responsable del remake de Pesadilla en la Calle del Infierno), le añade a la trama una historia empalagosa de amor entre la pareja protagonista, situación que puede verdaderamente estorbar y sobrar en la trama.

Esta cinta tiene muchos elementos que pueden darle al espectador un factor sorpresa con el que él podría entender el origen de toda la saga.

Su versión en 3D no tiene mayor atributo más que salpicar de sangre al espectador o lanzarle al rostro objetos punzantes que pueden dar mayor tensión. Por cierto, ¡qué grandes momentos los del incidente en la acupuntura y la cirugía ocular!