Por Héctor Cruz

Así cómo nunca es tarde para reencontrar el amor como lo plantea en la película, Dustin Hoffman decidió que tampoco lo era para dirigir. Aunque hace más de 30 años Hoffman dirigió una parte de la cintaLibertad Condicional (concluida por Ulu Grosbard en 1978) donde también fue actor, no fue sino hasta Cuatro Notas de Amor(Quartet, 2012) dondepor fin consumó esta faceta.

Experimentado del séptimo arte, Hoffman bien sabe que una de las claves para que una cinta quede bien hecha es rodearse de los mejores y así lo hizo. Eligió un guión del también dramaturgo Ronald Harwood, en cuyo historial está el deEl Pianista de Polanski, o el de la entrañable La Escafandra y la Mariposa, entre otros. Así como de un dream team de actores británicos.

La historia transcurre en un asilo de la tercera edad, la Casa Beecham, donde viven músicos y cantantes de ópera en el retiro, quienes buscan recaudar fondos para mantener esta institución a través de un concierto, en el que cada año celebran a Verdi. Tan predecibles somos los seres humanos que a pesar de la veteranía, las pulsiones de amor siguen moviendo nuestras vidas, tal como le pasa aReginald Paget (Tom Courtenay).

Años atrás, Reginald, Wilf (Billy Connolly) y Cissy (Pauline Collins) fueron parte de un famoso cuarteto de cantantes de ópera, que fue talentoso y exitoso, cuyo último integrante esJean Horton (Maggie Smith), quien justamente llegó a la casa de retiro para “moverle el tapete a Reginald”, con quien estuvo casada en sus años mozos.

A partir de este momento, que en principio resultará incómodo, ambos tendrán que enfrenarlo como “adultos”, cerrar ciclos, resarcir heridas por el bien común, en una trama amena, relajada, cómica, pero sólo eso. Nada extraordinario más hay en esta cinta que queda a deber.