Liberen el Kraken para ponerle rápidamente fin a esta nueva versión terriblemente aburrida.

La nueva versión de Louis Leterrier de Clash of the Titans, una película de culto favorita de 1981combina mitología griega con ciencia ficción dramática lo cual viene siendo un grandioso experimento en el antiguo arte de la alquimia : partiendo de un generoso presupuesto se intenta darle un atractivo irresistible para convertirla en una película de oro en la taquilla de ventas. Entre los principales ingredientes de la cocción están un poderoso arsenal del más innovador armamento de imágenes generadas por computadora y la estrella de la película más grande de todos los tiempos, Sam Worthington, heredero del papel de Harry Hamlin como el heroico Perseo. Pero resulta ser que lo que arruina esta nueva versión es el ingrediente faltante.

Esta resurrección de Clash of the Titans imita fielmente el sistema de valores del genero épico y la preferencia por el espectáculo por encima de todo; pero en lo que tiene que ver con la historia difiere dramáticamente. Perseo sigue siendo una mezcla de dos mundos ya que nació luego de una sola noche de unión entre Zeus y una humana muy atractiva, y también tiene la misma tarea de acabar con el monstruoso Kraken para salvar a la Princesa Andrómeda. Pero todo lo demás ha sido modificado – pero sin que ello signifique que sea mejor.

En la nueva versión la ciudad griega de Argos se convierte en el campo de batalla principal para la guerra por el poder entre dos súper potencias olímpicas: Zeus (Liam Neeson) y Hades (Ralph Fiennes). Hijo de un dios pero criado entre humanos el Perseo encarnado por Worthington no lucha por ganar la mano de Andrómeda (Alexa Davalos) — como lo hizo el personaje de Hamlin — sino por salvar al pueblo de Argos. La historia de amor – si es que se puede llamar así – no llega a ser más que unos breves coqueteos entre Perseo y la bella Io (Gemma Arterton), que se auto designó guía espiritual del joven.

Por más pequeño que parezca este detalle su impacto es enorme. El terco Perseo habrá de participar en una carrera de obstáculos contra escorpiones gigantes, gorgonas y otros horrores que el demoniaco Hades colocará en su camino, pero lo que nunca queda claro es por que lo hace ya que todo gira alrededor de una princesa de la cual ni siquiera está muy interesado y de una comunidad que apenas conoce. Sería poco razonable morir por un padre que jamás se ocupo de él o por un pueblo que apenas conoció la semana anterior. Y por más deliciosos que pudieron ser los momentos de mirar a los de Gemma Arterton no es como para correr el riesgo de tener el cuerpo recubierto de escorpiones.

Esta falla en la historia provoca una fuga del interés del público que perdura a lo largo de la película. Para una película de proporciones épicas Clash of the Titans no despierta grandes emociones. No hay duda de que Leterrier logra algunas secuencias espectaculares con imágenes generadas por computadora pero por desgracia forman parte de una historia débil con personajes cuyas motivaciones son ambiguas y poco convincentes. En el momento culminante de la historia cuando Zeus, encarnado por Neeson, pronuncia poderosamente las palabras Liberen el Kraken, la única emoción que sentirá el público es felicidad porque ya sabrán que falta poco para el final.