Manual de supervivencia para novatos en el Festival de Cannes


Cannes, 2010. Casi una década asistiendo a la fiesta cinematográfica más grande del mundo hacen que el mito se derrumbe y se encuentren ciertas claves para sobrevivir entre la vorágine de celebrities, periodistas, multitudes, publicistas y magnates.

Los primeros días pueden convertirse en un laberinto de procedimientos que hay que aprender ¿La buena noticia? Cualquier chilango viene equipado con mecanismos innatos de autodefensa, ingenio, capacidad de negociación e inmunidad ante el sobresalto.

El póker de las acreditaciones
Nadie quiere la amarilla (es la de menor categoría reservada para los blogueros e internet. Sí, Cannes aún no descubre que ésta es la onda). Tener la amarilla significa esperar horas en las filas y cruzar los dedos para que no te den con la puerta en las narices. Luego está la azul, destinada a los medios mensuales. Aunque no es la acreditación más odiada, está muy lejos de darte una buena jugada. Después viene la rosa, para los diarios. La cosa mejora pero no es como tener la rosa con un puntito amarillo que te da acceso prioritario a las ruedas de prensa generalmente atascadas o a los screenings más populares. Pero, si te toca la blanca, el mundo te sonríe, las butacas se multiplican, los agentes de seguridad de tan una palmadita en la espalda y el resto de tus compañeros te mira con envidia.


La primera rueda de prensa
Una vez asumida tu acreditación y colocada bajo el cuello, te diriges a la primer rueda de prensa del Festival. En este caso, la de Robin Hood que abrió la 63ª edición de Cannes. Para parecer un veterano pon atención a los comentarios posteriores a la proyección. Ahí escucharás que la cinta no convenció y confirmarás tus intuiciones: gran parte del auditorio se salió, los aplausos apenas se escucharon. Con esta sabiduría llegas a la rueda de prensa. Si logras pasar entre los empujones y, por supuesto, tu acreditación te lo permite, te sorprenderá ver que Russell Crowe sonríe y que estás tan cerca de Tim Burton que en ocasiones parece que te está mirando directamente.


La gran Gala de Apertura
Aún te preguntas en dónde está el glamour y el lujo cuando por fin oyes la música de la Alfombra Roja. Si apartas una de las sillas de la terraza de la sala de prensa, te subes en ella y la cuidas celosamente a lo lejos por fin verás a las estrellas. Tim Burton y la comitiva del Jurado de este año, todo el equipo de Robin Hood menos Ridley Scott y hasta Salma y Gael te dejarán las primeras imágenes tan ansiadas.

Toma de conciencia
Tras correr precipitadamente a la sala de prensa y conseguir una de las computadoras libres (no hay que quedarse admirando el paisaje), envías tu nota y llega la recompensa: el Hotel Carlton. Si te sientas un rato en el salón principal, copita en mano, verás cómo por ahí desfila lo más bello y exótico de la raza humana. Si tienes suerte, podrás ver cómo llega Eva Longoria en medio de los gritos y los flashes, catarás las últimas tendencias de moda y te deslumbrarán las joyas espectaculares. No dejes de hacer una escala técnica en el baño, es probable que te toque compartir tocador con una Kristin Scott Thomas a quién el vestido le ajusta tanto que no la deja respirar. Es en ese momento en el que por fin, te sientes un privilegiado por estar en Cannes. Y esto, sólo ha comenzado.