Cuando la vida no es tan Biutiful

Cannes, 17 de mayo de 2010. Quizá lo más difícil al despertar cada nuevo
día en el festival es llevar el peso a cuestas de jornadas de diecisiete horas
en la espalda y saber que a las 8:30 am en punto tienes una cita en el Gran Teatro
Lumiére. Sí, a esa hora se proyectan nada menos que las películas en
Competencia Oficial.

Y hoy, era el día Biutiful. Así que por más fiesta mexicana que se haya tenido el día anterior, no
hay resaca que perdone el no estar en pie, lista para la batalla.

Para añadir emoción, pocas cintas
han causado tanta expectativa como la nueva entrega de "El Negro", con lo cual,
si no llegabas temprano las probabilidades de quedarte fuera eran enormes. Codazo
por aquí y por allá, acreditaciones en el aire para ver si el de la puerta,
cual portero de discoteca ve la tuya y te deja entrar, por fin conseguimos un
lugar en la abarrotada sala.

Tras más de dos horas de ser zarandeados emocionalmente por Iñárritu y un Javier
Bardem estremecedor que muestra no precisamente el lado Biutiful de la vida y mucho menos de una Barcelona
corrupta y sórdida
, salimos de la sala completamente devastados.

Y apenas son las 10:45 de la mañana. Ayuda ver que los que sí se la están
pasando bien son los responsables de la película.

Alejandro está feliz bajo los flashes y Bardem bromea en la rueda de prensa cuando le preguntan por
sus personajes de casanova,
"mmm… Papeles de casanova hace mucho tiempo que no
hago, eso fue hace muchos años, cuando la carne aún estaba en su sitio. Y con
respecto a los personajes divertidos el único que recuerdo es uno que tenía un
corte de pelo muy chistoso pero no era un personaje simpático precisamente",
responde con una risa contagiosa.

Las sesiones de preguntas y respuestas llevan halagos y reproches. Unos
agradecen al Negro por una cinta conmovedora y otros le reclaman haber expuesto
tanta miseria humana.
Pero para Iñárritu, ésta es la mejor cinta de su
historia, "de la que me siento más satisfecho. Todo me convence y no le
quitaría ni cambiaría nada".

Pero no opinan lo mismo los críticos que se debaten entre darle la gloria o
el quitarle importancia a la película. Por lo pronto, Iñárritu celebrará en la
terraza del Hotel Majestic al lado de todo su equipo que Biutiful está en Cannes.

En el otro lado de la alfombra, te enternece ver a la gente, vestida de
gala y sin entrada, esperando que la fortuna les sonría y alguien se apiade de
ellos con un ticket para el estreno de la noche. Es refrescante ver que a pesar
de que la pantalla grande este año se esfuerza por demostrar lo contrario, hay
quienes creen ciegamente que la vida es Biutiful.