Por Carlos Arias

La historia de Camille Claudel es ampliamente conocida. Se hizo popular sobre todo por la película “Camille Claudel”, de Bruno Nuytten, filmada en 1988 con Isabel Adjani y Gerard Depardieu. Ella era una bella y brillante escultora llamada a cambiar el arte occidental con nuevas ideas a fines del siglo XIX. Hermana del novelista Paul Claudel, se hacía amante de su maestro, Auguste Rodin, el escultor más aclamado de su tiempo.

Rodin y Camille se convirtieron en una pareja de leyenda, una especie de Diego y Frida franceses, con la salvedad de que en este caso Rodin aparecía como el villano que impedía el desarrollo del talento de Camille, quizá superior al de él y solo reconocido muchos años después.

La historia terminaba cuando ella era encerrada en un manicomio acusada de loca, el castigo reservado a las mujeres que se atrevían a desafiar al poder patriarcal de la familia, de la religión o de sus amantes. Para muchos ahí terminó la historia. No así para el director Bruno Dumont, quien presenta una nueva visión de la heroína en “Camille Claudel, 1915” (2013), con Juliette Binoche como la protagonista.

La historia está ambientada en el año 1915, durante la Primera Guerra Mundial, cuando Camille ya está internada en el manicomio y sufre por el encierro y el castigo que ha caído sobre ella. Se trata de una cinta amarga, que ha generado no poca molestia por la forma descarnada y hasta cruel en la que presenta a la heroína, por sus largos primeros planos en los que ella simplemente llora, y por su clara intencionalidad al denunciar el lugar complaciente en que la cultura ha puesto a la escultora.

Para aumentar la dolora sensación de realismo, Dumont cuenta con un elenco de actores integrado por auténticos enfermos mentales, que rodean a Camille durante toda la cinta. El sufrimiento de la protagonista aparece sin ningún atenuante, sin ninguna justificación. ¿Hacía falta llegar tan lejos para conmover al espectador? Tal vez sí. De entrada, Dumont busca romper muchos de los lugares comunes sobre el arte, en torno de la locura y acerca de la propia Camille.

La historia se desarrolla en cuantos días y arranca con una Camille desnuda, que ha perdido su juventud y se muestra tal como es. A Camille le han anunciado la visita de su hermano Paul y ella se ilusiona con la esperanza de que él la liberará del encierro.

Se trata de una cinta con una clara lectura feminista y política. Paul Claudel se ha convertido al catolicismo y se ha fanatizado con la religión, un orden dentro del cual el castigo a su hermana es indiscutible, y para hacerlo efectivo cuenta con la medicina, que sanciona ese orden. Pero el orden también cuenta con las ideas aceptadas en torno del arte, según las cuales el talento estaría asociado a la locura y “la genialidad tiene un precio”que se paga en sufrimiento. Su suerte estará sellada.