Por Oswaldo Betancourt L.

No importa si te gustaron o no las películas de la Trilogía de la muerte (Amores perros, 21 gramos y Babel) de Alejandro González Iñárritu, Birdman no tiene nada, NADA, que ver con ellas ni con Biutiful. Más que renovarse, es como si se tratará de un director completamente diferente.

El director y coescritor dijo que se salió de su zona de confort, qué bueno que lo hizo porque, sin quitarle nada de mérito a su trabajo previo, esto le permitió realizar su mejor película hasta el momento, puede sonar una exageración, pero no lo es.

Para hacer una comedia negra necesitas un guión ingenioso y divertido, mezcla que se logró aquí y por la cual pasas de la tensión a las risas y viceversa. Iñárritu y compañía se burlan del gremio de actores y de los críticos.

Riggan Thomson (Michael Keaton) quiere hacer una obra de teatro en Broadway, pero está encasillado en uno de sus personaje cinematográficos y la sombra de éste, con quien tiene que lidiar cuando las cosas no van tan bien. La presión de este montaje no será sencilla para esta antigua celebridad hollywoodense, por todo lo que implica personal y profesionalmente para él.

Keaton no es el único en hacer un trabajo extraordinario, Edward Norton, Emma Stone, Naomi Watts y Amy Ryan demuestran el peso de su nombre con grandes actuaciones, y Zach Galifianakis sorprende con un personaje muy diferente al que nos tiene acostumbrados.

Además de Iñárritu, hay otros mexicanos involucrados en la parte audiovisual. El primero de ellos es Emmanuel “El chivo” Lubezki, quien vuelve ademostrar por qué es uno de los mejores directores de fotografía del mundo. No hay cortes (o, mejor dicho, no se notan), estamos ante el reto de un plano secuencia que será recordado en la historia del cine a lado de La soga (1948), de Alfred Hitchock. Es como si estuvieras ahí, en la intimidad de los personajes.

Alucinante, desquiciada, intensa (etiquetas que seguramente despreciaría Riggan), son las palabras adecuadas para describir el soundtrack que estuvo a cargo de Antonio Sánchez. El baterista de jazz mexicano agarró las baquetas a los cinco años y desde entonces no las soltó, es reconocido internacionalmente por su trabajó. Es imposible que pases por alto este elemento porque las intervenciones musicales de Antonio le dieron la atmósfera sonora perfecta al largometraje, que es complementada con piezas de Mahler, Rachmaninov, Tchaikovsky y otros.

Veredicto: Una de las mejores películas del año, y qué orgullo que tenga tanto talento chilango.

Pilón: Seguro tendrá nominación(es) al Oscar.