Cuando Gabriel y Emilie se conocen por casualidad, él le ofrece darle un “aventón” y ambos pasan la tarde hablando, riendo y descubriendo que se llevan de maravilla. Al final de la noche, Emilie rehúsa la proposición de Gabriel de darse un beso “sin consecuencias, advirtiéndole que un beso puede provocar algo inesperado, y le cuenta una historia sobre la imposibilidad de complacer sus deseos sin afectar la vida de alguien más.