Por Alejandro Fuentes

El calificativo de ‘superproducción’ sigue funcionando como un comodín en el cine, pues cada quien lo usa a su conveniencia. Para Hollywood, es una herramienta de mercadotecnia; para la prensa suele ser una forma de calificar la inversión hecha en una película; para los espectadores suele significar promesa de espectacularidad visual. Quizá en donde todos estamos de acuerdo es que superproducción no necesariamente significa buena película. Y esto queda claro con Battleship, una superproducción y mala película al mismo tiempo.

A pesar de lo espectacular que luce el casting en el papel, no basta para subir el nivel. Quien vaya sólo por ver a Rihanna no saldrá satisfecho: su personaje es secundario, gris y la actuación francamente pobre. Quien vaya para ver aBrooklyn Decker tendrá que conformarse con bellas sonrisas… y ya. Es más, ni Liam Neeson nos regala esos flashazos de acción violenta a los que nos tiene acostumbrados. Todo es culpa del guión, que parece un ensamble de piezas de otras películas (algunos recordarán Día de la Independencia y toda esa serie que parece no hartar a los estadounidenses, en donde aparecen sus militares honorables, jefes de estado tercos en un monitor, científicos nerds y valientes ciudadanos). El guión, nuevamente, daba para poco, pues la idea era basarlo en el juego de mesa de Hasbro y por lo tanto estaba ceñidísimo –a diferencia. por ejemplo, de Transformes, que daba para más–: un grupo de militares de distintos países (¡vaya, también hay militares en otras naciones!) hará ejercicios bélicos cerca de la zona donde, curiosamente, piensan llegar los extraterrestres para someter a la tierra –aunque nunca queda claro si en efecto ésa la causa–. Hay un par de hermanos en la marina, uno ejemplar (Alexander Skarsgard)y otro ‘travieso’ y enamoradizo (Taylor Kitsch) en los que se enfoca la historia. Lo demás, tristemente, la mayoría puede predecirlo.

Si se trata de ver efectos visuales, explosiones, uno que otro chiste y frases sacadas del diccionario de clichés de las pelís gringas, hay que ir. Porque justamente una de las cualidades de las superproducciones es que, sean buenas o malas, tienen convocatoria. Si se trata de ver una historia bien armada, un soundtrack definido o emociones, difícilmente la encontrará aquí.