¿Por qué nos gusta?
Descargamos nuestra furia con el personaje más odiado de la historia resaltando toda su personalidad caprichosa e infantil. Vemos a Hitler con extravagancias del peor gusto y claros signos de mamitis aguda que lo vuelven insoportable y gritón.

Además no podemos negar el goce secreto que Tarantino nos conoce perfecto, y que sale a flote cuando la historia toma un curso diferente al de la realidad y Hitler recibe cientos de balazos.

¿Qué nos deja?
Un claro estereotipo de un dictador cegado por metas personales y dispuesto a sacrificar el destino de una nación por superar traumas ridículos.
La conciencia de lo peligroso que es permitir que el poder se concentre en una sola persona.