Por Josue Corro

La carrera

de Ben Affleck ha tomado un giro definitivo después de esta cinta: ha dejado de

acaparar los créditos histriónicos de una película, y los ha camuflado por el

título de un director serio. Affleck demuestra ―después de la dramática y

visceral Gone, Baby Gone― que su

ópera prima no fue una joya producto de la casualidad. Es un hombre que ama,

entiende y aplica los elementos básicos del arte cinematográfico. Tiene un

talento innato para presentarnos en pantalla el caos moral y social no sólo de

Boston, su ciudad natal, sino de la naturaleza humana.

Affleck

presenta en Atracción peligrosa, una

mezcla de géneros, y de una solvencia técnica para filmar escenas de acción y

sobre todo, para el manejo de actores. Si bien él es la estrella frente y detrás

de cámaras como Doug MacRay, el líder una sofisticada banda de ladrones de

bancos, tiene la inteligencia para darse cuenta que él no es el protagonista,

es un personaje más que explora sus propios demonios y que está sujeto a un

destino irreparable: o muere en las calles, o en la cárcel. Junto con Affleck

(cuyo trabajo como actor ha mejorado desde que es director), el reparto es simplemente excepcional y con el poder de

transmitir sentimientos encontrados ―no sabes de qué lado estar, si de los

ladrones o la policía―.

Quien se

roba la pantalla al inicio del film es Claire (Rebecca Hall) la gerente de banco

que es tomada rehén luego de que un asalto tiene problemas. Después de dejarla

libre, Jim/Jem (Jeremy Renner, una vez más como en The Hurt Locker, extraordinario), el mejor amigo de Doug, planea

“eliminarla” cuando se enteran que vive en el barrio de Charlestown (un

suburbio de Boston conocido como el lugar donde más bancos son robados en

Estados Unidos), es decir es su vecina. Doug calma a Jem y le dice que «él se

encargará del asunto». Como podría imaginarse, ambos se enamoran, aunque Claire

comienza a tener contacto con un escuadrón del FBI, encabezado por agente

Frawley (Jon Hamm)

La cinta

jamás cae en clichés románticos o una falsa redención amorosa. Doug quiere

cambiar su vida porque no quiere seguir los pasos de su padre (Chris Cooper,

quien con sólo 5 minutos, destroza nuestro sistema cardiaco con sus palabras), un

criminal con una sentencia de más de 40 años en prisión. El plan de MacRay es

realizar un último trabajo y retirarse en Florida. Sin embargo, sufre una

crisis existencial planteada por Jem, quien utiliza amenazas y acciones

sociopatas para mantener el control de una vida sin metas. Esta relación entre

ambos, recuerda mucho la que hace más de 35 años, llevó a la fama a Martin

Scorsese, Robert De Niro y Harvey Keitel en Mean

Streets. Tanto el director neoyorquino, como Affleck se dan cuenta que un hombre que crece como

una rata en las cloacas, nunca podrá tener una vida normal en la superficie. La

actuación de Renner es demoledora y al mismo tiempo convincente. Gracias a su

capacidad de manipular los sentimientos de Doug, así como los nuestros… es que

Aflleck puede tener la confianza para dejar que su rostro duro y su acento

bostoniano, tomen las riendas actorales del film, y él se dedique a otros

menesteres más técnicos. Elementos que demuestran su confianza como director.

Desde el

inicio de la cinta, las secuencias de acción son brutalmente eficientes. Los

asaltos llevados a cabo con máscaras, y las persecuciones, recuerdan trabajos

clásicos como Bullit, French Connection y

la tensión clásica de cintas del cine negro, en las cuales la cámara era

testigo de un electrizante juego de “el gato-y-el ratón” entre delincuentes y

policías. Affleck crea tensión en dos rubros que demuestran una maestría inusual

para su “inexperiencia” como cineasta: el primero es la edición. El montaje de The Town ―título original― juega sutilmente

con distintos planos y tomas, para narrar el peligro y adrenalina de estas

situaciones precarias. El segundo, es el manejo del ritmo. Es increíble la

paciencia que tiene para que cada subtrama tenga su propia vida. No hay momentos

apresurados, ni tampoco diálogos que sobren: cada minuto tiene una intención

fílmica.

Como dije

en un principio, Atracción peligrosa rompe

con la imagen de Affleck como galán anticuado de Hollywood, y enfrenta una

metamorfosis apoyada en influencias de

Eastwood, Schaffner o Mann, que lo podrían convertir en uno de los

directores con mayor futuro en la industria.