Lorraine Broughton es un nombre que pasará a la historia del cine como uno de los más badass, al lado de Ethan Hunt, Jason Bourne o James Bond, porque, además, esta dama también está envuelta en un mundo de espionaje, traiciones y problemas geopolíticos. El personaje es tan intenso que durante más de la mitad de la película no necesita un arma de fuego para doblegar a sus oponentes y es increíble lo que puede hacer con un zapato, una cuerda o la puerta del refrigerador. Audazmente interpretada por Charlize Theron, la sudafricana es uno de los puntos más fuertes de la cinta. Al igual que Tom Cruise, ella realizó la mayor parte de las escenas de acción —todo lo que la aseguradora le permitió hacer—, sufrió físicamente durante el rodaje y hasta se rompió dos dientes.

Su misión es el hilo conductor de Atómica (Atomic Blonde), adaptación de la novela gráfica en blanco y negro The Coldest City, de ahí que su personaje vista predominantemente estos dos colores. En plena Guerra Fría, a unos días de que caiga el Muro de Berlín, esta agente del MI6 viaja a tierras teutonas para recuperar una lista de agentes encubiertos que podría reavivar las hostilidades con los rusos. Claro que a lo largo de su camino es difícil hallar a alguien en quién confiar.

Como éste es el primer filme dirigido en solitario por David Leitch, uno de los codirectores de John Wick y quien durante años se desempeñó como doble de riesgo, lo que hace es un ejercicio estilístico y audiovisual. Los combates cuerpo a cuerpo están estupendamente coreografiados y la cámara se dispone de tal manera que no nos perdamos ni un segundo de la brutal acción. Sobresale particularmente un plano secuencia (una larga escena sin cortes) en la que Theron pelea con un grupo de rufianes en un edificio abandonado, después baja por las escaleras y termina en una persecución al interior de un vehículo. La secuencia es sencillamente alucinante.

Pero eso es lo único que ofrece Atómica: pirotecnia y destreza visual. Su argumento es derivativo de muchas otras películas del género y la introspección es prácticamente nula. Si bien las peleas son los highlights del filme, lo que ocurre en medio —un interrogatorio a Lorraine y los juegos de intrigas entre Theron, James McAvoy como otro agente del MI6 y Sofia Boutella— no es ni la cuarta parte de emocionante. Parecía prometer más pero esta adaptación es igual de fría que su protagonista y la ciudad que la recibe.