¿Por qué nos gusta?
Por el sincero reflejo de la situación de México hace cien años, y hoy. Tiene tintes del machismo, la dominación política y la impunidad que nos caracterizan y que no podemos ignorar aunque siempre nos digamos que ya cambiamos.

¿Qué nos deja?
Mucho por pensar. Nos obliga a ver cuánto de lo que creemos perteneciente al pasado sigue siendo nuestro presente, y cómo nuestras ataduras del ayer condicionan nuestro mañana. Mucho por hacer.