Todo cinéfilo sabe que es imposible hablar de la industria cinematográfica nacional sin mencionar el Festival Internacional de Cine de Morelia. Éste no sólo nos ha dado la oportunidad de conocer a cineastas de la talla de Quentin Tarantino y Gus Van Sant, sino que también nos ha acercado a obras importantes a nivel nacional e internacional.

El FICM siempre es garantía de buen cine, celebridades, y lugares pintorescos. Sin embargo, esta edición del festival es especial: Morelia está celebrando diez años de ser una de las ciudades más importantes del séptimo arte.

Para empezar el festejo se develó la placa del festival, con la participación de Gael García Bernal, la británica Sally Potter, el cineasta iraní Abbas Kiarostami, Thierry Fremaux (director del festival de Cannes), Cuauhtémoc Cárdenas y Alejandro Ramírez. Como era de esperarse, Gael fue la estrella del evento. La mayoría de sus compañeros del evento podrán tener una mayor trayectoriao incluso ser más talentosos, pero definitivamente él es quien se lleva los gritos, propuestas indecorosas y aplausos.

La ceremonia de inicio de la décima edición del FICM comenzó con la ya clásica alfombra roja organizada por la revista InStyle. Además de los invitados especiales al develado de la placa, vimos pasar a celebridades como Juan Manuel Bernal, Miguel Rodarte, Cecilia Suárez, Luis Felipe Tovar, Mónica Huarte, María Aura, Edgar Ramírez, Kyzza Terrazas, Natalia Beristáin y Eréndira Ibarra. Morelia se envolvió en una ola de glamour y grandes personalidades, todas reunidas por su amor al séptimo arte.

¿Qué es de una inauguración sin una infinidad de discursos? Para bien o para mal, nada. Esta vez fue un momento muy emotivo, ya que más que dar inicio al festival, celebró diez años de reunir a las mejores mentes del cine. Los organizadores del evento mencionaron a los diversos invitados que tuvo el festival a lo largo de la década (entre los que se encuentran Béla Tarr, Terry Gilliam, Arthur Penn, Werner Herzog y Manoel de Oliveira), agradecieron a todos los que año con año hacen que el FICM sea posible e incluso recordaron a aquellos miembros del festival que no lograron llegar a esta edición. La ceremonia cerró con la función de No, del director Pablo Larraín, que cuenta cómo Pinochet salió del poder.

La cinta de Larraín muestra un tema pesado, como cualquier filme político, de una forma muy amena y desde un punto de vista no muy usual, que es el de la publicidad. También muestra una realización interesante en la que se empata de manera impecable una serie de pietaje de archivo con el material filmado específicamente para la cinta. El resultado fue una historia amena e ilustrativa, visualmente interesante, perfecta para dar inicio al festival.

Tan sólo ha pasado un día, pero podemos decir que esta semana de cine dará muchas sorpresas y propuestas interesantes para todos aquellos amantes del celuloide.