Los primeros trece minutos de la película Argo bastaron para que los neozelandeses se ofendieran por la manera en que se expresa de ellos el agente de la CIA Tony Méndez, al preguntarle a su supervisor Jack O’Donnell, qué le ocurrió a un grupo de estadounidenses cuando la embajada americana fue atacada en Teherán.

“Los seis salieron por una puerta trasera”, le dice O’Donnell a Méndez, interpretado por Ben Affleck. “Los británicos los rechazaron. Los kiwis (neozelandeses) los rechazaron. Los canadienses los recibieron”.

Esa, la única mención a Nueva Zelanda en la película ganadora del Oscar, tiene irritados a los neozelandeses cinco meses después de su estreno en la nación del Pacífico Sur. Hasta el Parlamento expresó su consternación, y declaró que Affleck, también director del filme, “consideró adecuado engañar al mundo sobre lo que realmente ocurrió”.

Nueva Zelanda se une a una lista de países, incluidos Irán y Canadá, que se han ofendido por la versión dramatizada de cómo un grupo de estadounidenses recibió asilo furtivo y fue sacada en secreto de Irán durante la Revolución Islámica en 1979.

Nos puso el dedo en la llaga”, dijo Steve Matthewman, profesor de sociología de la Universidad de Aucklan. “Nosotros aquí en Nueva Zelanda parecemos estar hipersensibles sobre cómo nos percibe el resto del mundo”.

Algunos en Nueva Zelanda se han tomado esas palabras — “los Kiwis los rechazaron” — como una insinuación de que el país no hizo nada para ayudar. Entrevistas publicadas indican que los diplomáticos de Gran Bretaña y Nueva Zelanda sí ayudaron a los estadounidenses, albergándolos brevemente, visitándolos y llevándoles comida, e incluso trasladándolos al aeropuerto cuando se fueron.

Pero las mismas entrevistas también indican que ambos países consideraron demasiado arriesgado albergar a los estadounidenses por mucho tiempo. Por eso los canadienses asumieron el mayor riesgo escondiéndolos.