A estas alturas, los spin offs, precuelas y secuelas parecen ser gesta- dos para explotar un título, y aunque ésta no es la excepción, al menos esta vez hubo mejoras notables de la original.

La historia nos narra el origen de Annabelle a manos de un fabricante de muñecas, quien recibe en su casa a una monja (interpreta- da por la mexicana Stephanie Sigman) y a varias niñas de un orfanato, para tratar de tapar el hueco que dejó la muerte de su propia hija. Sin embargo, las risas se convierten en gritos cuando el demonio que vive dentro de la muñeca es liberado.

La película no es una obra maestra, pero cumple con las expectativas que no pudo satisfacer su predecesora; ésta tiene una mejor manufactura: logra sustos más efectivos, con un mejor timing para las manifestaciones demoniacas que, en su mayoría, usan la oscuridad para dejar que la imaginación vuele con un peligro latente que no necesaria- mente vemos. El guión de Gary Dauberman (también escritor del libre- to anterior de Annabelle) fue bien aprovechado por David F. Sandberg, el director sueco del tenebroso cortometraje Lights Out (y de su espantosa versión en largometraje).

Una narrativa más fluida, horror bien ejecutado y buenas actuaciones de un elenco principalmente infantil hacen de Annabelle: La creación una de las mejores películas del universo paranormal de El conjuro.