PorCarlos Arias

El directorLee Daniels, nominado al Oscar en 2009 por “Precious”, vuelve a presentar una película que rompe con los moldes, esta vez con un grupo brillante de actores a los que parece haber dejado libres para crear los personajes más extravagantes posibles.

“Amores peligrosos” (The Paperboy, 2012) es una historia de suspenso que a primera vista presenta una trama conocida, pero que poco a poco se aparta de lo esperado.

Un reportero investigador, Ward (Matthew McConaughey) vuelve a su pueblo del sur de Florida para reencontrarse con su hermano Jack (Zac Efron) y con su padre (Scott Glenn), director del periódico local. Entre ellos está la empleada de la casa Anita (Macy Gray), quien se convierte en narradora de la historia.

Ward llega al pueblo acompañado de Yardley (David Oyelowo), un redactor negro (o “de color”, según lo llaman los personajes). Su objetivo de investigar las irregularidades en una investigación por el asesinato del sheriff del pueblo, porel cual se encuentra condenado a la silla eléctrica un cazador de caimanes que podría ser inocente, Hillary (un magistralJohn Cusak).

El equipo de investigación se completa con una mujer, Charlotte (Nicole Kidman), quien se ha comprometido por carta paracasarse con el hombre preso y está dispuesta a enfrentarse al sistema judicial para liberarlo de la prisión.

Hasta aquítodo suena conocido y convencional. El único problema es que el hombre supuestamente inocente estámuy lejos de ser la clásica víctimade un error judicial, mientras que la prometida es una bomba sexual que explota a la menor provocación, cuyo pasatiempo es intercambiar cartas eróticas con hombres que esperan turno en el pabellón de la muerte.

Por su lado, el equipo de reporteros muestra que está muy lejos del heroísmo y combina también la marginalidad racial, sexual o política, mientras que Jack (el “paperboy” del título) se enamora de Charlotte y tiene fantasías constantes con ella.

En esta ensaladera los personajes terminan chocando entre sí con fuertes remezones y hacen que lo más disfrutable de la película sean las actuaciones, al borde mismo de lo caricaturesco pero cargadas de intensidad y repulsión.

La historia arranca en 1969, con el asesinato del racista sheriff local, y utilizalas convenciones del “film-noir” tales como el relato oral de sucesos criminales y una trama en la que se mezclan pasiones, sexo, política y tensiones raciales.

Poco a poco los personajes se van desnudando (esto es literal) y muestran un mundo que se adentra en lo profundo de los manglares del sur de Florida, cuyas serpientes y caimanes pueden ser casi tan peligrosos y ponzoñosos como los seres humanos.