10 años después de lo que vimos en Prometheus, un grupo de 2000 colonialistas se dirige hacia el planeta Origae-6 para seguir extendiendo a la humanidad por el universo. Sin embargo, a medio camino logran captar una extraña pero familiar señal que los desvía a otro planeta que parece mejor que Origae-6 para establecerse. Ahí se enfrentarán a sus peores pesadillas…

¿Te sonó familiar? Es porque en Alien: Covenant, la nueva película de Ridley Scott, el planteamiento está hecho ex profeso para ser muy similar al de la película original. Se nota que el staff se esforzó en reflejar el mismo espíritu, pero tristemente no lo logra. En parte, porque el público de Covenant no es el mismo que el de aquella película de finales de los 70’s, y en parte porque no pudo dotar de verdaderas sorpresas ni a la trama ni a las criaturas mata-humanos, quienes ya después de estar tanto tiempo en nuestro imaginario colectivo, no asustan como antes.

Y es que el objetivo de Covenant, a diferencia de Prometheus, es asustar. Su tono es más cercano al horror, dejando de lado los planteamientos filosóficos; sin embargo, a diferencia de la película de 1979, aquí el horror recurre demasiado al “susto” fácil, a los brincos y al súbito aumento de volumen del sonido para provocarte impacto.

Las únicas veces en que la película medio podría asustarte es en las escenas protagonizadas por el xenomorfo, quien es más ágil que nunca (gracias a los efectos por computadora): durante las persecuciones logra imprimir mucha tensión, que se refleja en la cara de los actores y seguramente también en la tuya.

Siguiendo con el tema del terror, es sinceramente decepcionante que la película esté repleta de los clichés típicos de las slasher movies, desde la persona que al inicio le advierte al líder que lo que están a punto de hacer “no le da buena espina” (y obviamente el líder no le hace caso… adivinen quién sobrevive y quién no), hasta la escena sexual en la que los amantes son asesinados (y todos sabemos que una de las reglas máximas del cine de asesinos seriales es “si quieres sobrevivir, ¡NO TENGAS SEXO!”).

También tenemos el cliché del villano tipo cuento infantil que es malo, malo, malo prácticamente sin justificación alguna (sólo por ser malo), que se echa monólogos para intimidar a los héroes y formula una treta 100% predecible para seguir haciendo de las suyas, engañando a los protagonistas (pero a ti no te va a engañar, salvo que te distraigas demasiado). Sólo le faltó carcajearse siniestramente.

Todo eso sin contar algunas inverosimilitudes, como por ejemplo, ¿por qué todo mundo aterriza, camina, toca todo y respira como Pedro por su casa sin ningún tipo de protección en un planeta totalmente desconocido? ¿O por qué alguien con dos dedos de frente (que además es un experto) se acercaría a una especie de huevo alienígena y todavía se asoma para que le explote en la cara, sin ningún tipo de protección?

Eso sí: hay sangre, mucha sangre, pero el tono del que hablo en los tres párrafos anteriores te hace pensar, desde los primeros minutos, que el elenco poco a poco irá muriendo uno a uno; de inmediato distingues quién sobrevivirá y quién no, una vez más, como si fuera Viernes 13 o Pesadilla en la Calle del Infierno (sin embargo, Demián Bichir hace un trabajo digno y sobrevive más de lo que podrías creer).

Ahora, si tú irás a ver esta película para encontrar las respuestas a las preguntas que te dejó Prometheus, vas a salir contento del cine, pero no esperes el mismo tono que aquella película, pues en Covenant el objetivo no es hacerte pensar, sino “entretenerte” simple y llanamente. Covenant responde las preguntas de Prometheus de forma demasiado clara y explícita, para que mejor te concentres en los “sustos” que te quiere provocar y no en reflexionar, aunque sí hay algunos momentos filosóficos.

Lo malo es que al final vas a seguir sin entender cómo se conectan Prometheus y Covenant a la historia de Ripley, pero supongo que poco a poco se irán conectando los puntos en siguientes entregas.

Algunas de las cosas más rescatables de la película son la atmósfera, la fotografía y los efectos especiales, los cuales se ven mayormente reflejados en los movimientos y apariencia del xenomorfo, pero también en las escenas de las caminatas espaciales, en las tomas abiertas al llegar al nuevo planeta y también en las cerradas. Es una película con mucha variedad de escenarios, en donde se supieron combinar técnicas y diversas herramientas con maestría. Mención aparte merece la actuación de Michael Fassbender, a quien le crees todo.

Por último, decir que Prometheus es “peor” que Covenant es una necedad, pues tienen tonos y objetivos muy distintos que a fin de cuentas se complementan, no se contraponen, a pesar de que Covenant no cumplió son las expectativas.