Por Jaime Azrad (@_azrad)

Al filo de la mentira es una historia extraordinaria; tiene un guión digno de actores de la talla de Helen Mirren (La reina, 2006), una trama insuperable, y su narrativa atrapa al espectador desde los primero minutos.

Si bien Hollywood ha producido un sinfín de películas sobre el holocausto nazi, muchas menos veces ha abordado el tema de los efectos postraumáticos de éste. Esta cinta muestra las consecuencias psicológicas y emocionales del genocidio en la generación que no lo vivió directamente, pero que, heredado de sus padres, lo tomó como un tema latente.

El ideal de justicia de los protagonistas es motivación suficiente para llevar una vida de bajo perfil, como agentes secretos del Mossad (agencia de inteligencia israelí), e infiltrarse en el Berlín de los años 60 –dividido y en constante tensión–, para atrapar a los criminales de la guerra nazi y enjuiciarlos.

Con un guión extraordinario, las interpretaciones de Helen Mirren y del nuevo descubrimiento en Hollywood, Jessica Chastain (El árbol de la vida, 2011), Al filo de la mentira lleva al espectador a través de una trama que no cae ni desacelera en ningún momento. Sorprende constantemente.

Además, el trabajo en dirección permite a la cámara adentrarse en la privacidad cotidiana de los personajes, develándolos lenta y cuidadosamente a través de una fotografía sutil que, con la variación de luminosidad, plantea metafóricamente la doble vida que deben llevar y ejemplifica a la perfección los dilemas éticos y las decisiones determinantes que un agente secreto debe cargar, siempre influenciado por aspectos personales imposibles de ignorar.

Ésta es una historia de cicatrices: algunas quedan en el espejo, mientras que con otras es necesario terminar, antes de que ellas terminen con nosotros. Absolutamente recomendable.