No es la sangre, ni la música, ni tampoco la oscuridad. No, lo que hace a una película de terror francamente tenebrosa es la posibilidad de que lo que vemos en pantalla nos pueda pasar a nosotros en “el mundo real”. Por esta razón, los films de “terror-grabado-a-cámara” (El proyecto de la Bruja de Blair, Cloverfield o Rec) han de dejado de ser un recurso narrativo, para convertirse en un género. Y Actividad paranormal puede convertirse en una de las obras cumbres, porque demuestra que en cine de terror, más es menos: con recursos paupérrimos, un buen guión y el pánico que provoca lo desconocido, se puede aterrorizar a millones de personas. No es exageración, este film es uno de lo mayores éxitos en taquilla del año.

La historia es simple: Micah y Katie son unos novios que deciden grabar los sucesos sobrenaturales que ocurren en su habitación. Con una cámara en un tripié pueden observar cómo la puerta se cierra y se abre, las luces se encienden y cómo este “ser demoníaco” deja sus huellas a lado de la cama. Conforme pasan más noches, el terror que experimenta la pareja te envuelve por la naturalidad con que se presentan: cualquiera de nosotros puede ser Micah o Katie. Y eso es la magia del terror: la adrenalina que recorre el cuerpo al ver que alguien más corre peligro. Advertencia: la noche que la veas, dormirás con las luces prendidas.