Por Rodrigo Arnaz.

El solo titulo de la película nos da una clara idea de lo que vamos a ver. Este film es parte del frenesí que existe desde hace unos años, cuando se decidió que el ser vampiro era algo atractivo y sexy, sin importar lo fría que se convierta nuestra sangre.

La película cuenta la vida de Abraham Lincoln, el famoso presidente gringo de barbita chistosa, quien obtuvo los grandes logros de abolir la esclavitud y enfrentar la guerra civil de su país. Esto daría como resultado una película épica cualquiera, si no fuera por el pequeño detalle de que Lincoln se convierte en un cazador de vampiros tras la muerte de su madre en manos de uno de ellos.

A partir de ese momento, el futuro presidente decide combatirlos hasta descubrir una conspiración que pone en peligro el futuro de su nación

El film tiene pobres actuaciones y una trama predecible. Las secuencias de acción son poco creíbles, pero de lo que sí puede presumir es de humor involuntario, ese que nos hace reír cuando vemos al viejo Abraham con hacha de plata en mano, decapitando vampiros.

Afortunadamente es temporada de tormentas en la ciudad, y este tipo de películas existen para refugiarnos del tráfico causado por los encharcamientos. Además nos da la esperanza de que en el futuro a alguien se le ocurra contarnos la historia de un Miguel Hidalgo que, además de libertador, era un exitoso exorcista.