Karate Kid.

No necesitamos saber su nombre de pila, su apellido impone respeto. Pasó de ser un simple conserje a ser el maestro de Daniel-San en el arte de los karatazos. El plus (aparte de no atrapar una mosca con palillos): tenía una colección impresionante de autos clásicos, le regaló uno a su pupilo.

LECCIÓN: Encerar… pulir.

Qué le regalarías:
Una pistola, para que se suicide y nunca se entere del bodrio que será el remake de Karate Kid.