Es una de las películas más humanas de Haneke. Aquí se resiste a los juegos diabólicos que entronizan la imposibilidad de una naturaleza sana en el ser humano. Ésta es una de las exploraciones de ficción más poderosas y conmovedoras del final de la vida jamás filmados, y quizá una de las piezas magistrales para comprender la vejez desde aquel hermoso ensayo de Norberto Bobbio: De senectute.

El retrato de una pareja senil parisina que frente a la muerte afirma esa clase de amor que trasciende las deficiencias y límites de lo físico pero sin una pizca de sensiblería cursi, una frontera difícil de lindar cuando se habla de amor.

Ella, víctima de una enfermedad mental; él, con los achaques propios de la edad y el temor a lo que sigue, si es que sigue algo. Haneke nos muestra casi como si fuera la primera vez, la tristeza y los hechos inevitables del deterioro físico y mental de la vejez, a donde todos llegaremos.

Una aterradora obra maestra a estrenarse próximamente en nuestro país.